En sus casas y recuperándose de las lesiones sufridas luego de ser aplastados por jinetes montados a caballo se encuentran los dos menores de edad que participaban de un homenaje a la Virgen María el pasado lunes en el Campo de Oración del Santuario de la Purísima, ubicado en el sector de San Carlos de Purén, distante a 20 kilómetros al sur de Los Ángeles.

Los jóvenes, de 12 y 15 años, participaban de una “diablada”, baile característico de la zona norte del país, cuando se produjo el incidente, producto de una descoordinación con quien dio la orden de ingreso de los jinetes al recinto católico.

Así lo señaló el obispo de la Diócesis de Santa María de Los Ángeles, monseñor Felipe Bacarreza, quien descartó que los jinetes hayan estado bajo la influencia del alcohol como informó preliminarmente Carabineros.

Respecto al estado de salud de los adolescentes, el obispo dijo haber tenido contacto con ellos, a través del párroco de San Carlos de Purén.

Junto con lamentar el hecho, Bacarreza, quien presenció el incidente, manifestó que este tipo de procesiones con bailes y jinetes que homenajean a la Virgen se seguirán realizando, como ha sido tradición cada 8 de diciembre.

Por su parte, la concejala Myriam Quezada expresó la preocupación por lo ocurrido y afirmó que la autoridad competente deberá evaluar este tipo de actos, sobre todo en una zona donde no se aplica la denominada Ley Seca que prohíbe el consumo de alcohol en festividades religiosas.

El accidente causó gran revuelo en el lugar tras el ingreso de manera intempestiva de jinetes peregrinos que estaban siendo escoltados por personal montado de Carabineros.