Llega fin de año y con ello las premiaciones escolares y los padres que celebran con orgullo los logros académicos de sus hijos.

Sin embargo, como todos somos individuos diferentes y con capacidades distintas, algunos niños presentarán un menor rendimiento académico que sus hermanos, pasando a un segundo plano y sintiendo que sus talentos no son reconocidos ni premiados.

Los padres, muchas veces conscientes de esta situación, intentan no exagerar los halagos con el hijo que ha destacado con las notas del colegio, lo que también puede parecer injusto para él, quien no ve merecidamente reconocido su esfuerzo.

¿Cómo actuar entonces? La psicóloga y profesora de la escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, Guila Sosman, da algunas luces.

“En una familia en la cual uno de los hijos es premiado por su rendimiento académico, es importante reforzar positivamente esto, ya que ha implicado esfuerzo y responsabilidad de parte de ese hijo. Sin embargo, esto no significa que los padres deban entrar en comparaciones entre los hermanos, menos aún en presencia de ellos, ya que es importante valorar a cada uno por sus características particulares, fomentando la hermandad, la tolerancia a las diferencias y no la competencia”, explica.

En ese sentido, es clave que los padres eviten comparaciones para no generar sensación de favoritismo por uno de ellos. “Si a cada uno de los hijos se le reconocen sus distintas fortalezas y puntos a mejorar, no se debería presentar la sensación de favoritismo al interior de la familia”, dice.

Agrega que es importante recordar que existen distintos tipos de inteligencia más allá de la cognitiva, como puede ser la inteligencia musical, corporal, interpersonal e intrapersonal, entre otras.

“De esta manera, los padres deben conocer bien a sus hijos y estimular el desarrollo de sus capacidades y tipo de inteligencia preponderante, las cuales muchas veces no se evalúan en el contexto académico. Una muestra de esto es la inteligencia artística o musical, la cual tiene una valoración distinta a la inteligencia matemática o verbal”, indica la experta.

En ese sentido, Guila Sosman dice que al ser los padres las personas más significativas de los hijos, contribuyen directamente en la construcción del concepto que ellos tengan de sí mismos, por lo que reconocer sus logros aporta en el desarrollo de su identidad y en la manera en que se perciben desde pequeños.

“Por ello, es fundamental que esta percepción se desarrolle a partir de rasgos positivos, para que se sientan personas competentes, confíen en sus habilidades y puedan tener una adecuada autoestima. Esto los impulsa a continuar esforzándose, buscando mayores logros, conocimientos y experiencias positivas a nivel académico y social”, señala.

Ahora, más que un premio, plantea que lo importante es que el hijo que obtuvo logros se sienta reconocido y valorado por sus papás. “Al sentir el apoyo de sus padres, que son su referente principal, va a aumentar su autoestima y su seguridad. En este sentido, se puede otorgar un premio material, un regalo o un premio de otra índole, como un viaje en familia o un reconocimiento público, por ejemplo”, precisa.

En cuanto a la experiencia concreta de participar en premiaciones de fin de año donde los hijos no destacan, la psicóloga aconseja que en esas situaciones “los padres no deben reprender o castigar a sus hijos; tampoco decirles que están frustrados o decepcionados de ellos, sino que más bien buscar maneras de revertir un bajo rendimiento académico. Lo anterior, se relaciona con revisar cuál ha sido su labor como padres en la educación de sus hijos, de qué manera han participado en el proyecto educativo del colegio o si han apoyado en la realización de tareas, ya que el rendimiento escolar de un niño depende en gran medida del apoyo que éste reciba de parte de sus padres y familia en general”.

“Si continuamente un niño es criticado o descalificado, su autoestima y autoconcepto serán negativos y no se sentirá capaz ni competente ante los desafíos que se le presenten”, agrega.

Mal alumno, jamás

Sin duda, lo que hay que evitar a toda costa es colgarle a un niño la “chapa” de mal alumno y su consecuente acostumbramiento.

La docente de la U. del Pacífico señala que “es fundamental que los hijos no se identifiquen con ese calificativo de ser ‘malos alumnos’, advirtiéndoles que depende de ellos el que puedan mejorar y que no es una condición ni algo particular de quienes son. Puede que les haya ido mal en un curso o en una prueba, pero eso no significa que son malos”.

Lo importante en el caso de un mal resultado académico es desarrollar la capacidad de autoevaluación.

“Lo ideal es generar en el alumno la capacidad de evaluarse de manera realista, para que pueda observar su proceso de aprendizaje, identificando los puntos a reforzar para una próxima oportunidad. En este sentido, hay que recalcar que la familia juega un rol fundamental en el proceso de aprendizaje de los niños”, señala la especialista.

“Un ambiente familiar tranquilo y cálido, sin mayores conflictos, en el que existen normas claras de convivencia, además de unos padres comprometidos con el desarrollo integral de sus hijos, va a determinar un mejor desempeño social y académico”, concluye la docente de la U. del Pacífico.