Miles de musulmanes de todas las edades rezaron el viernes en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén Este, bajo la atenta mirada de centenares de policías israelíes.

Unos 40.000 fieles musulmanes franquearon las puertas de la Explanada por segundo viernes consecutivo, después de que el gobierno israelí suspendiera las medidas de restricción.

Los hombres colmaron la mezquita Al Aqsa y las mujeres la de la Cúpula de la Roca, indicó Amr Kasuani, un responsable del lugar.

Los policías israelíes dejaban pasar hombres, mujeres y niños sin límites de edad, limitándose a controlar algunos individuos al azar para verificar que tuvieran permiso de presencia en Jerusalén.

Algunos jóvenes tuvieron que cambiar su documento de identidad por un ticket para poder acceder a la Explanada.

En Jerusalén Este, “un grupo de fieles judíos fue atacado (el viernes por la noche) cuando iban a pie (…) a Beit Horot”, enclave judío en el Monte de los Olivos, indicó la policía en un comunicado.

Uno de los judíos fue apuñalado en la espalda y otro resultó herido al parecer con una barra de hierro, precisó la policía.

La semana pasada, tras una reunión con el secretario de Estado estadounidense John Kerry, el gobierno israelí había suspendido por primera vez la prohibición de acceso a los jóvenes, acusados de provocar incidentes.

El objetivo era hacer bajar la tensión en torno al polvorín religioso que representa la Explanada.

A pesar del ataque del martes pasado contra una sinagoga, en la que murieron cinco israelíes, el gobierno permitió este viernes el acceso a todos los fieles.

La Explanada, tercer lugar santo para los musulmanes y el sitio más sagrado para los judíos, está en el centro de las tensiones que afectan a Jerusalén y también a Israel y Cisjordania ocupada.

El ataque en la sinagoga, en el que dos palestinos mataron a cuatro rabinos y un policía en el momento de la oración, hace temer que el conflicto israelopalestino se convierta en un enfrentamiento religioso más explosivo aún.

Los fieles apreciaban el viernes poder orar en el lugar más venerado por los musulmanes, pero no se hacían ilusiones y no ocultaron su cólera contra el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, los colonos y los extremistas judíos.

Si Israel suspendió el límite de edad “es porque les conviene. Quieren hacer creer que suspenden las restricciones”, dice Amir, un ingeniero de Cisjordania.

Los recientes enfrentamientos eran inevitables, dice Amir, que prefiere que no se divulgue su apellido.

“Desde la guerra en Gaza, había llegado el momento de que los palestinos mostraran que vivimos bajo ocupación”, agrega Amir.

Los miles de muertos en la Franja de Gaza, la ocupación, la continuación de la colonización, las detenciones, el desempleo y las humillaciones nutren la exasperación palestina.

La Explanada de las Mezquitas y la venerada Al Aqsa constituyen una línea roja para los palestinos, que temen las reivindicaciones de una minoría judía extremista que reclama el derecho de orar en la Explanada.

Los palestinos denuncian las visitas cada vez más frecuentes al sitio y perciben como profanaciones las incursiones de los policías israelíes en la Explanada y en la mezquita de Al Aqsa.

En el año 2000 la segunda Intifada (“levantamiento”) palestina empezó en Al Aqsa, recuerda Wasel Qasem, de 35 años. “Es nuestra mezquita y un motivo evidente de una nueva Intifada”, agrega.

“Estoy inquieto. Los israelíes intenta calmar las cosas ahora. A nadie le gusta la violencia, pero la situación es explosiva. Espero que no estalle”, concluye Qasem.