Hace algunas semanas hablar de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa no significaba más que preguntas para todo aquel que escuchara ese nombre fuera de las fronteras de México. Sin embargo, luego del 26 de septiembre, la historia de este pequeño recinto educativo fundado en la primera mitad del siglo pasado cambió por completo.

Desde esa fecha, el mundo entendió -o magnificó- el conflicto que se vive en México y que entremezcla de la manera más violenta a los movimientos sociales, los gobiernos locales, el mando central y, sobre todo, el narco, único factor común.

Casi sin quererlo, pero convidada una vez más por la historia, la escuela se tornó punto central y telón del último gran crimen que el país del norte recuerde: los 43 estudiantes desaparecidos. Todos ellos, eventualmente ultimados por asesinos pagados, como reconocieron los mismos presuntos sicarios según informó la Procuraduría General de la República.

Escuela Normal Rural

Escuela Normal Rural

Los afectados por el doloso extravío, sin excepción, alumnos de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, enclavada en el pueblo de Ayotzinapa, perteneciente al municipio de Tixtla en el estado de Guerrero, sur de México (ver mapa).

En su desaparición participaron efectivos policiales comunales y miembros de la organización criminal Guerreros Unidos. Desde entonces de los jóvenes sólo han sido recuperados rastros que obligan a presumir que perdieron la vida de las formas más terribles: acribillados, asfixiados o quemados.


LA ESCUELA
Fundada en 1926, fue una de las tantas escuelas normales que se instalaron en los poblados agrícolas para acercar la enseñanza primaria al campesinado y los sectores más vulnerables de México.

Por sus locaciones, este tipo de planteles se desarrollaron con un fuerte sentido social, el cual quedaba plasmado en las enseñanzas impartidas a los futuros profesores, destinados principalmente a educar a sus pares en las reparticiones comunales.

Así, tanto la rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa como otras tantas, fueron caracterizándose por formar líderes de movimientos populares, auténticos referentes de las comunidades, y ser escenario de discusiones en torno a las sendas problemáticas estructurales que enfrentaba la sociedad mexicana de aquellos años.

Escuela Normal Rural

Escuela Normal Rural

Junto con lo anterior, las revueltas de la convulsa mitad del Siglo XX tuvieron también como protagonistas a los normalistas de Ayotzinapa, que poco a poco comenzaron a transformarse en una piedra en el zapato para quienes, desde el gobierno y otras organizaciones menos próximas a la legalidad, no gustaban de este tipo de férrea oposición a las reformas liberales.


SEMILLERO
“Ayotzinapa es una escuela de trabajo, de preparación, de personas solidarias entre ellos y con los demás campesinos”, afirma José María Calderón, profesor del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de México (UNAM) consultado por el equipo de TeleSur.

Y más allá de las buenas voluntades que revela el proyecto educativo, en lo concreto, la normal ha visto pasar por sus filas a los más conocidos y destacados cabecillas del movimiento obrero mexicano, entre ellos los profesores Lucio Cabañas Barrientos y Genaro Vázquez Rojas.

Otro personaje de renombre es el de Elba Esther Gordillo, ex presidenta del oficialista Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Ella misma se atrevió a asegurar que la institución es un “semillero de la guerrilla”.

Escuela Normal Rural

Escuela Normal Rural

“Los muchachos que estudian allí son militantes, tienen mayor conocimiento político que otros. Al menos así lo ve el gobierno”, sostiene Juan Carlos Pérez, corresponsal de BBC Mundo en México, intentando explicar cómo se mantiene el tranco de resistencia histórica de Ayotzinapa y la motivación histórica de los jóvenes, pese a las violentas respuestas.


AYOTZINAPA HOY
En la actualidad, la escuela de Ayotzinapa es una de las 13 que se mantiene en pie en su categoría, luego de que otras 16 perecieran en el transcurso de la aprobación de las reformas educativas, que apenas consideraron la formación rural como alguna vez fue pensada por el presidente de México Lázaro Cárdenas (1934-1940), profundizador de la red normalista.

Aunque en el olvido, y sólo tomada en cuenta por las autoridades cuando ineludibles hechos de violencia obligan a poner los ojos en Guerrero, sigue impartiendo tres cátedras como parte de su oferta educativa: Licenciatura en Educación Primaria, Licenciatura en Educación Primaria con Enfoque Intercultural Bilingüe y Licenciatura en Educación Física.

El plantel ha formado 88 generaciones de docentes que a su vez han sido puntal de la educación de millones de mexicanos, que encontraron en este sistema la única fórmula posible para salir del analfabetismo.