Es “poco realista” esperar que se cierre la controvertida prisión estadounidense de Guantánamo antes de dos años, considera su comandante, pese a que el presidente Barack Obama se comprometió en reiteradas ocasiones a clausurarla antes de acabar su mandato en enero de 2017.

El coronel David Heath supervisó el miércoles la primera liberación de un prisionero desde que asumió en junio como “guardián de la prisión”. “Luego de practicarlo varias veces, fue bueno ver que éramos capaces de hacerlo”, dijo tras la repatriación del kuwaití Fawzi al-Odah.

Hay 79 presos que fueron declarados “liberables” por las autoridades estadounidenses, algunos desde 2010. Esta puesta en libertad fue la primera en cinco meses, y para este invierno (boreal) se espera unas quince liberaciones más, dijo un responsable de Defensa a la AFP.

Sin embargo, de los 148 hombres encerrados en la prisión de la bahía cubana, algunos hace cerca de 13 años y la mayoría sin acusación ni proceso en curso, “muchos” son enemigos de Estados Unidos, estima el comandante.

Exdetenidos de Guantánamo fueron identificados en las filas yihadistas y los adversarios de Obama, ahora mayoría en el Congreso, insisten en el significativo riesgo de que los prisioneros reincidan en caso de liberación.

El coronel Heath no tiene “una opinión sobre si el centro debería cerrar o no”, dice.

Desde su elección por primera vez en 2009, “Obama quiere cerrarla y cuando llegue ese día, nosotros ejecutaremos la orden”, subraya en una entrevista en su cuartel general de Guantánamo.

Sin embargo, Heath estima “que es una esperanza poco realista” la de ver cerrada la prisión antes del fin del verano de 2016, cuando acaba su misión.

Cerca de 13 años después del arribo de los primeros detenidos a Guantánamo, la cárcel sigue siendo “única” en su tipo porque mezcla en sus campos 5 y 6 diferentes categorías de prisioneros.

“Están aquellos que fueron declarados liberables, los que están en detención condicional por razones de seguridad y los que tenemos como prisioneros de guerra”, enumera, y subraya que “en un mundo perfecto, habría más infraestructura para cada categoría”.

Solo una quincena de detenidos “de gran valor” están encerrados en el campo 7, entre ellos los cinco acusados por los atentados del 11 de septiembre y contra el destructor de la marina estadounidense USS Cole, referidos a la justicia militar de excepción donde podrían ser condenados a muerte.

Splashing

“Pero, en general, lo que inquieta a los guardianes” en Guantánamo es sobre todo si los detenidos son violentos o no, o “muy sumisos, sumisos o insumisos”, según las tres categorías establecidas por la prisión.

Porque aquí los hombres, la mayoría acusados sin prueba de haber sido “enemigos combatientes” en la “guerra contra el terrorismo” declarada por el expresidente George W. Bush tras los atentados del 11-S, utilizan “casi todos los días” el “splashing” (salpicado) como arma de rebelión.

“El ‘splashing’ es el lanzamiento de fluidos corporales humanos -excrementos, orina, esperma, vómito- sobre los guardianes, tratando de ensuciar sus uniformes, de avergonzarlos”, explica el jefe de los guardias, y dice que en su experiencia en los últimos cuatro meses, “esto sucede probablemente una vez al día”.

Este exjefe de la prisión militar de Fort Lewis, en el estado de Washington, cuenta que “probó muchas cosas para intentar convencer” a los presos de actuar de acuerdo al reglamento, pero “sin éxito”.

“Cada año se borran cientos de horas de sanciones disciplinarias” al comienzo del Ramadán “para darles una oportunidad” de empezar de cero. “Algunos sacan ventaja de esto, pero muchos no aceptarán lo que les ofrezco y seguirán luchando” para que la gente sepa que “todavía están ahí”.