El gobierno de Ucrania denunció este viernes la entrada desde Rusia de decenas de tanques y soldados rusos en el este separatista del país, donde en las últimas 24 horas murieron cinco soldados y 31 personas resultaron heridas.

Se trata de uno de las balances de víctimas más graves desde que el 5 de septiembre entró en vigor la tregua, que de momento no ha conseguido resolver el conflicto.

Las elecciones organizadas el pasado domingo por las regiones rebeldes han fragilizado todavía más el respeto a ese alto el fuego y hacen temer una nueva ofensiva rebelde.

Según el portavoz militar ucraniano Andrii Lysenko, 32 tanques, varias piezas de artillería y varios camiones que transportan soldados entraron en Ucrania desde la frontera rusa.

“32 tanques, 16 obuses y 30 camiones militares Kamaz con tropas entraron en Ucrania desde Rusia” y se dirigen a la ciudad de Krasni Luch, en la región de Lugansk, declaró el portavoz.

Otra columna de camiones que transportan equipos de radio cruzó la frontera por el paso de Izvarin, en poder de los separatistas, añadió.

En la ciudad de Donetsk, el principal feudo rebelde, 15 civiles resultaron heridos el jueves por fragmentos de obús cerca del aeropuerto, donde los separatistas prorrusos y las fuerzas de Kiev se enfrentan desde hace meses.

Por la mañana seguían oyéndose disparos en la ciudad, indicó un periodista de la AFP en el lugar.

“HAY QUE DETENER LA GUERRA”

También este viernes 150 personas participaron en el funeral de dos adolescentes que murieron el miércoles en un bombardeo cerca de una escuela de Donetsk. Kiev y los rebeldes se acusan mutuamente de ser los responsables.

“Hay que evitar que vuelva a ocurrir una cosa así, hay que detener la guerra”, dijo el alcalde de la ciudad, Igor Martynov.

La situación se ha agravado tras las elecciones del pasado domingo, organizadas por las autoproclamadas República Popular de Donetsk y República Popular de Lugansk, dos entidades rebeldes.

Rusia precisó el viernes que “respeta” el resultado de las elecciones organizadas por los insurgentes prorrusos en el este separatista de Ucrania, pero que “reconocer” esos comicios denunciados por Kiev y los países occidentales era una “palabra diferente”.

“En principio, nosotros respetamos la expresión de la voluntad de los que participaron en la votación”, declaró el consejero del Kremlin para las cuestiones internacionales, Yuri Ushakov.

“La posición oficial de Rusia fue expresada en un comunicado breve pero claro del ministerio de Relaciones Exteriores sobre los resultados de las elecciones”, que tuvieron lugar en los territorios bajo control de los insurgentes en el este de Ucrania, agregó.

“La palabra ‘respeto’ es utilizada allí. (…) Esa palabra fue elegida deliberadamente”, agregó.

Las repúblicas de Lugansk y de Donetsk autoproclamadas por los rebeldes prorrusos en Ucrania organizaron el domingo pasado sus propios comicios para elegir a sus parlamentos y sus presidentes.

Los dirigentes europeos pidieron al presidente ruso Vladimir Putin que no reconociera esas elecciones, que según ellos violan la unidad de Ucrania y el proceso para poner fin a la violencia en el este de ese país.

Ucrania reaccionó procediendo al aislamiento de los territorios rebeldes, cortando su financiación central e instaurando un control sistemático de los pasaportes en la frontera con las zonas bajo control del ejército ucraniano.

A medio plazo, el gobierno ucraniano quiere congelar todas las subvenciones a esta zona, que según Kiev representan unos 34.000 millones de grivnas (1.800 millones de euros) al año.

La Unión Europea ha anunciado por su parte una reunión de sus ministros de Exteriores el próximo 17 de noviembre para hablar de nuevas sanciones contra Moscú.

Rusia ya está bajo un régimen de sanciones desde que en marzo anexó la península ucraniana de Crimea y como reacción internacional al derribo de un avión de línea, que recibió un misil lanzado desde el territorio rebelde ucraniano.

Como consecuencia de esta crisis y del bajo precio del petróleo, la moneda rusa cayó de nuevo el viernes, al cabo de una semana en la que perdió 10% de su valor.