El chocolate es el alimento favorito a la hora de disfrutar de algo entre las comidas, según una reciente encuesta de la consultora holandés-estadounidense Nielsen, aplicada a 30.000 consumidores de 60 países.

Comer algo entre los horarios tradicionales de las comidas es un hábito universal. La venta mundial de snacks alcanzó los US$374 mil millones en 2013. El protagonista indiscutido fue el chocolate, que lideró los rankings al ser consumido por un 64% de los entrevistados.

Europa y América del Norte concentran la mayor parte de las ventas de estas colaciones, pero el mayor crecimiento de este segmento se da en los países en desarrollo. América Latina, como región, creció a cifras de 9% el último año, doblando el crecimiento de Asia Pacífico.

En China, por ejemplo, las ventas de chocolate aumentaron un 6,9% en el 2013 y para el 2014 se tiene previsto un aumento del 6,6%. Esto, en gran parte, se debe a que los jóvenes de las nuevas generaciones están dejando de consumir los tradicionales aperitivos chinos, como las semillas tostadas de girasol o los camotes secos, y están adoptando los snacks occidentales. El chocolate es el preferido.

Chile es uno de los mayores consumidores de snacks en la región, con un consumo de 1,4 kilos por habitante al año. Se estima que el mercado alcanza a los US$ 900 millones, incluyendo chocolates, pasteles, frutos secos, galletas y salados.

El chocolate, que ha cautivado a muchos desde tiempos ancestrales, sigue ganando terreno en distintas partes del mundo. Además de disfrutar su sabor, los consumidores también valoran que el hecho de que los chocolates –si son de buena calidad– sean un importante aporte a nuestro organismo, especialmente gracias a las propiedades antioxidantes que contiene cacao.

Tim Sackton (CC) Flickr

Tim Sackton (CC) Flickr

7 razones para comer chocolate sin cargo de conciencia (pero con moderación)

El año pasado, la Academia Americana de Neurología publicó un estudio en el que concluyó que tomar 2 tazas de chocolate caliente al día ayuda a mejorar la memoria y mantener el cerebro funcionando bien en las personas mayores.

Este hallazgo se suma a otros múltiples beneficios que proporciona el chocolate, siempre y cuando se consuma con moderación (no más de 50 gramos diarios) y sea de buena calidad (con un 60% de cacao como mínimo). Conoce algunos de los beneficios de este bocadillo a continuación.

1. Antioxidante: el cacao tiene una propiedad antioxidante incluso mayor que el té. Esta característica antioxidante previene la degeneración y el envejecimiento prematuro de las células que causa la aparición de muchas enfermedades. Por ejemplo, el chocolate ayuda a prevenir el cáncer.

2. Previene enfermedades cardiovasculares: el cacao tiene unos componentes naturales que se llaman flavonoles, que actúan sobre los vasos sanguíneos y la presión arterial. Reparan y ayudan al buen funcionamiento de los vasos. De esta forma, disminuye la posibilidad de tener alguna enfermedad cardiovascular.

3. Aporta vitaminas y minerales al organismo: el cacao es rico en minerales y vitaminas, que favorecen el funcionamiento del organismo. Destaca la presencia de fósforo, calcio, potasio, zinc, hierro y magnesio. Las vitaminas A, B, C y E también están presentes.

4. Ayuda a mejorar el ánimo: el chocolate tiene propiedades euforizantes y estimulantes. Uno de esos componentes, la feniletilamina, actúa en el cerebro desencadenando un estado de euforia y de bienestar emocional.

5. Es un estimulante: el chocolate contiene alcaloides, el mismo componente que está presente en la cafeína. Esta sustancia llega al sistema nervioso y nos hace estar más activos y despiertos frente a los estímulos exteriores.
6. Extiende los años de vida: gracias a los beneficios del cacao para la salud en general y para el corazón en particular, consumir chocolate puede ayudar a las personas a vivir más años y a mantener los órganos más sanos.

7. Mantiene al cerebro más activo: el cacao aumenta la efectividad del trabajo cerebral y lo protege de las sobrecargas. Consumir cacao mejora el flujo sanguíneo que llega al cerebro, favoreciendo el mantenimiento de las habilidades cognitivas.