“Nicanor Parra; La Vida de un Poeta”; una pobre biografía ABC1

Detalle portada de Nicanor Parra La Vida de un Poeta
Detalle portada de Nicanor Parra La Vida de un Poeta
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2014 es, sin duda, el año de Nicanor Parra. Del hombre, del poeta, de la figura que va más allá de su obra. Es un año en el que todos quienes alguna vez han leído su obra, o disfrutado de su compañía, rinden homenajes, lo alaban con pasión o ven en él el último crisol de una de las grandes figuras de la literatura y el mundo cultural chileno del siglo XX. Por Cristián Verscheure.

Sus cartas credenciales no están en discusión: el eterno candidato al Premio Nobel, doctor de Física de la Universidad de Oxford, mentor (para bien o para mal) del talento, el legado y la proyección de la inefable Familia Parra, pasando por el talento innato de Violeta, las cuecas choras y bravas de Roberto y Lalo, más toda la historia familiar que los trajo de Chillán a Santiago a mediados de los años 30.
En resumen, la vida de Nicanor Parra se erige como unos de los grandes episodios que contribuyeron a elevar el canon musical, literario y artístico de Chile desde mediados de los años 50.

Es por esta razón que sorprende un texto como “Nicanor Parra, la Vida de un Poeta”(Ediciones B, 2014) escrito por las periodistas Sabine Drysdale y Marcela Escobar, cuyas credenciales más importantes son haber formado parte de la mercurial Revista del Sábado, que semana a semana iluminan las casitas del barrio alto de la capital y otras provincias, con informaciones, actualidad, textos de interés humano e “investigación periodística”.

El texto es asombroso, porque en su esencia, trata sobre cualquier cosa, menos de Nicanor Parra. Más bien describe ese mundo exitista, ganador, neoliberal, cerebralmente subdesarrollado y su relación con el centenario poeta, quien aparece a través de la mirada de Drysdale, y Escobar como un bicho raro, como un anciano que balbucea antipoesía, Shakespeare y literatura india, ante las preguntas de las reporteras, quienes a ratos hacen gala de una absoluta falta de neuronas en cada una de sus conversaciones.
He aquí un ejemplo:
“-Roberto dijo una vez que Shakespeare no valía nada.
-¿Cuál Roberto?
-Su hermano. ¿Él no fue quien le dijo que Shakespeare no valía nada y que más interesantes eran las cuecas?
-Nooooo, eso se lo atribuyen. Disparates de ese calibre no se permiten aquí. Tienen que ser más escandalosos. Si no, caemos en la farándula.
-Pero la farándula se está acabando. Está en crisis.
-Chupalla con la farándula.
-¿Pero usted lee de farándula? ¿Sabe de farándula?”

Mención aparte merece Francisco Valenzuela, un agente de seguros de una transnacional francesa, cuyo rol en el libro es dar cuenta de cómo la marca “Nicanor Parra” se vende más allá de su arte. El típico ejecutivo exitoso, público objetivo del diario de Edwards, y un notable representante del nuevo Chile Neoliberal, habla de su encuentro con el antipoeta, como quien se compra unas zapatillas para hacer running o un nuevo procesador de alimentos tipo Llame Ya!
“Me pareció súper gracioso. Me carga la poesía, no se me pasaría por la mente comprarme un libro de poesía, pero él me pareció un huevón súper interesante. Años más tarde, cuando esta compañía cumplía diez años, iniciamos unos ciclos donde tratábamos de hacer cosas distintas con nuestros clientes: gerentes generales y comerciales de bancos y casas comerciales. Venía a Chile el presidente de la compañía y tenía que organizarle algo. Como él era fanático de la navegación, pensé en hacer una conferencia en Marbella, almorzar en el Chiringuito de Zapallar y navegar en unos yates a Papudo. Mi idea era que la conferencia la diera Nicanor Parra. Me consiguieron su teléfono, lo llamé, le dije que quería hacerle una propuesta y me dijo que pasara el jueves al mediodía a su casa. No le di muchos detalles, él tampoco preguntó mucho.
No me fue tan fácil ubicar la calle Lincoln. Nunca había estado en Las Cruces. Debo haber llegado tipo una. Me abre la puerta la señora que trabaja con él, me hace pasar y él está sentado en una silla, en el fondo de la pieza. Toma un lápiz y en uno de esos cuadernos blancos escribe: “¿Mediodía?”
Yo me río.
-Puta disculpa, pero para mí, mediodía es mediodía más o menos”.

Sin embargo, no todo es tan despreciablemente malo. Es más, si hay un aspecto importante que reconocerle a “Nicanor, la Vida de un Poeta” es la prolija investigación periodística respecto a la vida del poeta, en capítulos enteramente dedicados -contados en tercera persona- a aspectos claves de la vida del vate.

Aquí se destaca el cruce de información con otros libros publicados sobre el antipoeta, tales como “Conversaciones con Nicanor Parra”, obra lanzada en 1989 por Leonidas Morales, como también su relación con poetas como Francisco Vejar y Sergio Badilla.
Así también sobresale la mirada que las autoras le otorgan a la novela autobiográfica “Estación en la Noche”, de Sun Axelsson, “la sueca de Nicanor” y su interlocutora, la escritora chilena Teresa Calderón.

Junto a ello, las entrañables entrevistas realizadas al desaparecido cantautor Lautaro Parra y al artista de Circo Oscar, los dos hermanos menores del Clan Parra, son algunos de los pasajes mejor logrados dentro del texto.

La obra además, es rica en detalles respecto a la relación entre Nicanor y los hermanos mayores del clan Parra, junto con los pormenores de la infancia del antipoeta en tierras de la Provincia de Ñuble y su llegada a la capital.

Capítulo aparte merece la narración que realizan las autoras de los días finales de Violeta Parra, antes de suicidarse en febrero de 1967, en su carpa de La Reina, el papel de los hijos de la cantautora, con Nicanor y con su entorno más inmediato.

Dentro de este punto, las conversaciones realizadas con Colombina Parra, una de las hijas más visibles del antipoeta, se ven medianamente contaminadas por ese afán de mostrarla como esa chica “cool” y ganadora, propia de nuestros tiempos. En resumen, la típica entrevistada aparecida en la Revista “Ya”.

Para concluir, “Nicanor Parra; la Vida de un Poeta” es un libro rico en detalles en varios aspectos desconocidos de la vida de nuestro frustrado Premio Nobel. Los textos denotan investigación y prolijidad y dan cuenta de un gran trabajo realizado por sus autoras.

Sin embargo, el afán de figurar de sus autoras, de mostrar la puerilidad de su mundo ABC1, de intentar convertir la figura de Parra como una parte del paisaje del Sanhattan de la capital, es una falta de respeto contra la monumentalidad del poeta, su legado y su contribución a ampliar el horizonte literario y cultural de nuestro país.

En conclusión, es un texto entretenido, con mucho dato, con harta descripción, pero nada recomendable para quien quiera conocer y comprender la trascendencia y vastedad de la obra de uno de los últimos literatos chilenos vivos, de clase mundial.

“Nicanor Parra. La Vida de un Poeta”.
Sabine Drysdale y Marcela Escobar
Ediciones B Chile S.A. 2014
ISBN: 978-956-304-170-5

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2014 es, sin duda, el año de Nicanor Parra. Del hombre, del poeta, de la figura que va más allá de su obra. Es un año en el que todos quienes alguna vez han leído su obra, o disfrutado de su compañía, rinden homenajes, lo alaban con pasión o ven en él el último crisol de una de las grandes figuras de la literatura y el mundo cultural chileno del siglo XX. Por Cristián Verscheure.

Sus cartas credenciales no están en discusión: el eterno candidato al Premio Nobel, doctor de Física de la Universidad de Oxford, mentor (para bien o para mal) del talento, el legado y la proyección de la inefable Familia Parra, pasando por el talento innato de Violeta, las cuecas choras y bravas de Roberto y Lalo, más toda la historia familiar que los trajo de Chillán a Santiago a mediados de los años 30.
En resumen, la vida de Nicanor Parra se erige como unos de los grandes episodios que contribuyeron a elevar el canon musical, literario y artístico de Chile desde mediados de los años 50.

Es por esta razón que sorprende un texto como “Nicanor Parra, la Vida de un Poeta”(Ediciones B, 2014) escrito por las periodistas Sabine Drysdale y Marcela Escobar, cuyas credenciales más importantes son haber formado parte de la mercurial Revista del Sábado, que semana a semana iluminan las casitas del barrio alto de la capital y otras provincias, con informaciones, actualidad, textos de interés humano e “investigación periodística”.

El texto es asombroso, porque en su esencia, trata sobre cualquier cosa, menos de Nicanor Parra. Más bien describe ese mundo exitista, ganador, neoliberal, cerebralmente subdesarrollado y su relación con el centenario poeta, quien aparece a través de la mirada de Drysdale, y Escobar como un bicho raro, como un anciano que balbucea antipoesía, Shakespeare y literatura india, ante las preguntas de las reporteras, quienes a ratos hacen gala de una absoluta falta de neuronas en cada una de sus conversaciones.
He aquí un ejemplo:
“-Roberto dijo una vez que Shakespeare no valía nada.
-¿Cuál Roberto?
-Su hermano. ¿Él no fue quien le dijo que Shakespeare no valía nada y que más interesantes eran las cuecas?
-Nooooo, eso se lo atribuyen. Disparates de ese calibre no se permiten aquí. Tienen que ser más escandalosos. Si no, caemos en la farándula.
-Pero la farándula se está acabando. Está en crisis.
-Chupalla con la farándula.
-¿Pero usted lee de farándula? ¿Sabe de farándula?”

Mención aparte merece Francisco Valenzuela, un agente de seguros de una transnacional francesa, cuyo rol en el libro es dar cuenta de cómo la marca “Nicanor Parra” se vende más allá de su arte. El típico ejecutivo exitoso, público objetivo del diario de Edwards, y un notable representante del nuevo Chile Neoliberal, habla de su encuentro con el antipoeta, como quien se compra unas zapatillas para hacer running o un nuevo procesador de alimentos tipo Llame Ya!
“Me pareció súper gracioso. Me carga la poesía, no se me pasaría por la mente comprarme un libro de poesía, pero él me pareció un huevón súper interesante. Años más tarde, cuando esta compañía cumplía diez años, iniciamos unos ciclos donde tratábamos de hacer cosas distintas con nuestros clientes: gerentes generales y comerciales de bancos y casas comerciales. Venía a Chile el presidente de la compañía y tenía que organizarle algo. Como él era fanático de la navegación, pensé en hacer una conferencia en Marbella, almorzar en el Chiringuito de Zapallar y navegar en unos yates a Papudo. Mi idea era que la conferencia la diera Nicanor Parra. Me consiguieron su teléfono, lo llamé, le dije que quería hacerle una propuesta y me dijo que pasara el jueves al mediodía a su casa. No le di muchos detalles, él tampoco preguntó mucho.
No me fue tan fácil ubicar la calle Lincoln. Nunca había estado en Las Cruces. Debo haber llegado tipo una. Me abre la puerta la señora que trabaja con él, me hace pasar y él está sentado en una silla, en el fondo de la pieza. Toma un lápiz y en uno de esos cuadernos blancos escribe: “¿Mediodía?”
Yo me río.
-Puta disculpa, pero para mí, mediodía es mediodía más o menos”.

Sin embargo, no todo es tan despreciablemente malo. Es más, si hay un aspecto importante que reconocerle a “Nicanor, la Vida de un Poeta” es la prolija investigación periodística respecto a la vida del poeta, en capítulos enteramente dedicados -contados en tercera persona- a aspectos claves de la vida del vate.

Aquí se destaca el cruce de información con otros libros publicados sobre el antipoeta, tales como “Conversaciones con Nicanor Parra”, obra lanzada en 1989 por Leonidas Morales, como también su relación con poetas como Francisco Vejar y Sergio Badilla.
Así también sobresale la mirada que las autoras le otorgan a la novela autobiográfica “Estación en la Noche”, de Sun Axelsson, “la sueca de Nicanor” y su interlocutora, la escritora chilena Teresa Calderón.

Junto a ello, las entrañables entrevistas realizadas al desaparecido cantautor Lautaro Parra y al artista de Circo Oscar, los dos hermanos menores del Clan Parra, son algunos de los pasajes mejor logrados dentro del texto.

La obra además, es rica en detalles respecto a la relación entre Nicanor y los hermanos mayores del clan Parra, junto con los pormenores de la infancia del antipoeta en tierras de la Provincia de Ñuble y su llegada a la capital.

Capítulo aparte merece la narración que realizan las autoras de los días finales de Violeta Parra, antes de suicidarse en febrero de 1967, en su carpa de La Reina, el papel de los hijos de la cantautora, con Nicanor y con su entorno más inmediato.

Dentro de este punto, las conversaciones realizadas con Colombina Parra, una de las hijas más visibles del antipoeta, se ven medianamente contaminadas por ese afán de mostrarla como esa chica “cool” y ganadora, propia de nuestros tiempos. En resumen, la típica entrevistada aparecida en la Revista “Ya”.

Para concluir, “Nicanor Parra; la Vida de un Poeta” es un libro rico en detalles en varios aspectos desconocidos de la vida de nuestro frustrado Premio Nobel. Los textos denotan investigación y prolijidad y dan cuenta de un gran trabajo realizado por sus autoras.

Sin embargo, el afán de figurar de sus autoras, de mostrar la puerilidad de su mundo ABC1, de intentar convertir la figura de Parra como una parte del paisaje del Sanhattan de la capital, es una falta de respeto contra la monumentalidad del poeta, su legado y su contribución a ampliar el horizonte literario y cultural de nuestro país.

En conclusión, es un texto entretenido, con mucho dato, con harta descripción, pero nada recomendable para quien quiera conocer y comprender la trascendencia y vastedad de la obra de uno de los últimos literatos chilenos vivos, de clase mundial.

“Nicanor Parra. La Vida de un Poeta”.
Sabine Drysdale y Marcela Escobar
Ediciones B Chile S.A. 2014
ISBN: 978-956-304-170-5