Un safari en Rancagua permite vivir a los turistas la experiencia de interactuar con leones a corta distancia, tan exigua que incluso es posible ponerse -literalmente- a un león sobre la cabeza, eso sí con la seguridad de una reja de por medio.

Seis leones conviven recluidos en un espacio de 2 hectáreas, separados de otro sector para animales herbívoros de otras cuatro hectáreas en este parque privado ubicado a unos 87 kilómetros al sureste de Santiago.

Un vehículo enrejado adentra a los visitantes al parque privado Safari, y los leones deciden qué hacen con ellos: desde pasearse frente al auto a subirse encima del capó, todo puede ser posible.

Martin Bernetti | AFP

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Un trozo de carne fresca se usa como cebo para atraer a los leones sobre las cabezas de la veintena de niños que subidos al camión admiran de cerca la grandeza de estos mamíferos.

Del otro lado de la reja, es posible rozar el pelaje del animal y sus pezuñas.

El parque Safari es el primero de su tipo en Chile y uno de los pocos en latinoamérica, junto con los de Puebla en México y de Luján en Argentina, que ofrece la experiencia de recorridos para conocer a los animales directamente en sus hábitat y no en jaulas.

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