El cineasta franco-polaco Roman Polanski, cuya detención solicitó Estados Unidos, fue interrogado este jueves por el fiscal de Cracovia, y posteriormente puesto en libertad, a la espera de una demanda de extradición con pocas opciones de prosperar.

La justicia de Estados Unidos persigue al director, de 81 años, por una causa que data de 1977, por mantener “relaciones sexuales ilegales” con una menor.

La petición de las autoridades norteamericanas llegó a Polonia el miércoles por la noche, pero a falta de una petición de extradición expresa, “el señor Polanski es un ciudadano libre y puede viajar con libertad”, declaró a la agencia de noticias AFP Mateusz Martyniuk, portavoz de la fiscalía general polaca.

Garantías suficientes

Polanski ha dado “garantías suficientes” sobre su alojamiento y datos de contacto como para que su detención “no sea considerada necesaria”, declaró la portavoz de la fiscalía de Cracovia, Boguslawa Marcinkowska.

Al mismo tiempo, “se ha comprometido a presentarse cada vez que lo soliciten la fiscalía o el tribunal”, agregó.

Por el momento, Estados Unidos sólo ha solicitado la detención del cineasta, a la espera de poder iniciar el proceso de extradición.

La portavoz aclaró que, pese a que según la ley polaca el delito del que se acusa al director ha prescrito, había que “tener en cuenta la necesidad de colaborar con la justicia estadounidense” y que formalmente, la extradición era “posible”.

En Polonia, ese dictamen lo establece un tribunal independiente, y de permitirlo, la decisión final queda en manos del ministro de Justicia.

Polanski, que tiene la doble nacionalidad francesa y polaca, había llegado a Varsovia el martes para asistir a la inauguración del Museo de Historia de los judíos de este país, en el que habitaba la mayor comunidad israelita del mundo antes de ser diezmada durante el genocidio nazi.

Nacido en París en 1933 de padres judíos polacos que regresaron a Polonia dos años antes de inicio de la Segunda Guerra Mundial, Polanski vio su infancia marcada por la vida en el gueto de Cracovia.

En 1961 dirigió su primer largometraje, “El cuchillo en el agua”, con el que consiguió una nominación a la mejor película extranjera en los Óscar de 1963 y desde mediados de los sesenta, comenzó a hacerse un nombre en el mundo de séptimo arte.

Roman Polanski es autor de cerca de cuarenta filmes, entre los que destacan “El baile de los vampiros” (1967), “La Semilla del Diablo” (1968), “Chinatown” (1974) o “El pianista” (2002) y hoy en día, es uno de los directores de cine más reconocidos del mundo.

Un asunto sin resolver

En 1977, en California, el realizador que por aquel entonces tenía 43 años fue acusado de violar a Samantha Geimer, de 13 años.

Tras 42 días de prisión, fue liberado bajo fianza, habiéndose declarado culpable de “relaciones sexuales ilegales” con una menor.

Polanski huyó de Estados Unidos antes del veredicto y desde entonces pesa sobre él una orden de busca y captura.

Sin embargo, el juego del gato y el ratón con la justicia estadounidense no es algo nuevo para Polanski.

En 2009, ya fue detenido y puesto bajo arresto domiciliario durante algunos meses en Zúrich, adonde había viajado para recibir un premio, pero finalmente no fue extraditado.

El cineasta también viajó de incógnito a Polonia en 2011 sin despertar mayor revuelo, aunque esta vez le ha sido imposible pasar desapercibido, tras su aparición en televisión durante la inauguración del museo el pasado martes.