Burkina Faso se sumergía en la violencia el jueves, con la Asamblea Nacional en llamas, la televisión nacional tomada por asalto y la población en pie de guerra contra el presidente burkinés, Blaisé Compaoré, quien pretendía un cambio constitucional para prolongar su mandato tras 27 años en el poder.

Ante el caos que se apoderaba de la capital, Uagadugú, el gobierno anunció la anulación del controvertido voto sobre su proyecto de ley, que debía producirse a lo largo de la mañana.

Pero el anuncio gubernamental no cambió el estado de ánimo y los disturbios prosiguieron a lo largo del día: un hotel ardió junto a la Asamblea y una persona fue hallada muerta con una herida en la sien, a 300 metros del domicilio de François Compaoré, hermano del jefe de Estado.

Para el régimen, que llegó al poder tras el golpe de Estado de 1987, se trata de la peor crisis después de la ola de motines que hicieron temblar el poder de Compaoré en 2011.

Durante la mañana del jueves, los manifestantes incendiaron el parlamento y cientos de personas entraron paralelamente en los locales de la Radiodifusión Televisión de Burkina (RTB), lo saquearon, y causaron destrozos en vehículos.

A la vez, centenares de manifestantes eran mantenidos a distancia del palacio de Compaoré por militares de la guardia presidencial que multiplicaban los disparos de advertencia, aunque al final, sobrepasados, se batieron en retirada.

Los manifestantes, en su mayoría jóvenes encolerizados, gritaban a voz en grito “Liberen Kosyam”, el nombre del palacio presidencial.

En la segunda ciudad del país, Bobo Dioulasso, la alcaldía y la sede del partido de Compaoré fueron incendiados, señal de que las manifestaciones se extienden más allá de la capital.

“PRIMAVERA NEGRA”

El presidente, que llegó al poder en 1987 con un golpe de Estado, acabará el próximo año su segundo quinquenio (2005-2015) tras haber efectuado dos septenios (1992-2005).

Compaoré ya había modificado dos veces el artículo 37 de la Constitución para mantenerse en el poder, y ahora defiende la legalidad de este tercer retoque.

Pero la oposición teme que este nuevo cambio, con pocas posibilidades de ser retroactivo, perpetúe en el poder al presidente ya elegido cuatro veces con mayorías aplastantes, al obtener no uno sino tres mandatos suplementarios.

“El 30 de octubre se producirá la primavera negra de Burkina Faso, a semejanza de la primavera árabe”, aseguró el miércoles Emile Pargui, ex-candidato presidencial y dirigente de un influyente partido de la oposición, que evocó la “toma de la Bastilla”.

La tensión no ha cesado de aumentar en el país desde el anuncio del proyecto de ley la semana pasada.

El martes, centenares de miles de manifestantes salieron a la calle en Uagadugú (un millón, según la oposición), para denunciar un “golpe de Estado institucional”, y el miércoles, una “huelga general” convocada por los sindicatos y la sociedad obtenía un moderado éxito, acompañado de nuevas protestas.

La Unión Europea ha pedido que se abandone el proyecto de revisión constitucional al considerar que pone en riesgo la estabilidad del país y los progresos democráticos, mientras que Estados Unidos ha asegurado sentir “preocupación” por el espíritu y las intenciones del proyecto de ley.