Los partidos prooccidentales y nacionalistas de Ucrania buscaban desde este lunes una alianza de gobierno tras su victoria abrumadora en las legislativas, que dieron un espaldarazo a la estrategia del presidente Petro Poroshenko de aliarse con Europa y poner fin a la sublevación prorrusa.

Los resultados parciales arrojan un apoyo amplio a la posición de Poroshenko, quien quiere que este país de 45 millones de habitantes y ex miembro de la Unión Soviética abandone la órbita rusa, a pesar de la dura oposición del Kremlin.

Una vez escrutado el 40% de los votos, el Frente Popular del primer ministro Arseni Yatseniuk se encontraba a la cabeza, con 21,6%. El Bloque de Poroshenko lo seguía muy de cerca, con 21,5%. El tercero es el partido conservador Samopomich (Autoayuda), con el 11%.

Los resultados parciales confirman que las cinco formaciones favorables a un acercamiento con la UE obtuvieron cerca del 70% de los votos.

Los electores dieron en cambio la espalda a los partidos prorrusos o vinculados con el ex régimen de Viktor Yanukovich, destituido en febrero, y a los de los veteranos, como la ex primera ministra Yulia Timoshenko.

Con este resultado, los analistas prevén un igualado tándem entre el presidente Poroshenko y Yatseniuk, bien posicionado para seguir como jefe del gobierno.

“La gente votó por la pareja Poroshenko-Yatseniuk”, afirmó Vadim Karasyov, del Instituto de Estrategias Globales de Kiev.

Los comicios no se celebraron ni en Crimea, incorporada a Rusia en marzo, ni en las zonas controladas por los separatistas en las regiones orientales de Lugansk y Donetsk. Por eso, de los 450 escaños del parlamento, 27 permanecerán vacíos.

Los partidos ganadores tienen ahora la urgencia de formar una mayoría estable para sacar al país de la recesión, luchar contra la corrupción, acercarse a la Unión Europea y negociar con Rusia para que reanude su suministro de gas.

A esto se añade la preocupación número uno, el conflicto armado en el este del país con los separatistas prorrusos, que desde abril se ha cobrado 3.700 muertos y que continúa pese a la instauración el 5 de septiembre de un alto el fuego y la aprobación de un plan de paz.

Prueba de que el conflicto sigue bien vivo, este lunes por la mañana se escucharon intensos disparos de artillería en Donetsk, después de dos días de calma relativa coincidiendo con los comicios.

Rusia dijo este lunes que las elecciones las ganaron los partidos favorables al proceso de paz aprobado para el este de Ucrania.

“Está claro que los partidos que apoyan una solución pacífica a la crisis interna en Ucrania recibieron una mayoría” parlamentaria, dijo el viceministro ruso de Relaciones Exteriores, Grigory Karasin.

UN ACERCAMIENTO “IRREVERSIBLE” A EUROPA

“La mayoría de los electores se mostró a favor de las fuerzas políticas que apoyan el plan de paz (…) e intentan encontrar medios políticos para solucionar el conflicto”, aseguró Poroshenko, en una intervención televisada la noche del domingo.

“Más de tres cuartas partes de los electores que participaron en esta votación apoyaron de forma poderosa e irreversible la orientación de Ucrania hacia Europa”, añadió.

Poroshenko y su primer ministro, quien tiene una línea algo más dura, se encuentran a poca distancia de la mayoría requerida para formar un gobierno estable que podría aplicar políticas similares a las actuales.

Se espera que Yatseniuk conserve su cargo de jefe del gobierno y ayude a Ucrania a negociar nuevos acuerdos de préstamos con Occidente.

Yatseniuk podría designar a un nuevo ministro de Energía, capaz de reactivar las negociaciones con Rusia para que reanude su suministro de gas a Ucrania. Por lo demás, los analistas pronostican que sigan en sus cargos la mayoría de los ministros.

Poroshenko señaló que diez días serán “más que suficientes” para formar un nuevo gabinete y volver a trabajar.

Estas elecciones anticipadas tuvieron lugar ocho meses después de un levantamiento popular que duró todo el invierno (boreal) y que costó la vida a más de 100 personas, concluyendo con la caída de Yanukovich en febrero y provocando el peor enfrentamiento entre Moscú y Occidente desde la Guerra Fría.