La detención del ex alcalde de Providencia, Cristian Labbé, también ex ministro de Pinochet y coronel (r) del Ejército, ha tenido un fuerte impacto en la opinión pública, reinstalado el tema de los derechos humanos en la agenda nacional y reavivado, desde otro ángulo, el debate político en el país.

Hay razones que lo explican. La primera surge del hecho mismo, del encarcelamiento de esta poderosa figura de la derecha chilena. Un hombre muchas veces soberbio en su conducta, al sentirse impune e intocable.

No olvidemos las citas por él promovidas para respaldar a uno de los suyos, el reo rematado por condenas en diversas violaciones y crímenes de lesa humanidad, Miguel Krasnoff, efectuadas bajo el alero de su condición edilicia en la comuna de Providencia. Tales reuniones se constituyeron en una verdadera bofetada a las familias y adherentes a la memoria de las víctimas.
 
Sin embargo, las causas de la detención van mucho más allá de esas controvertidas actuaciones de arrogancia y menoscabo. Se trata de crímenes atroces que se ejecutaron en el regimiento de Tejas Verdes, en la provincia de San Antonio, bajo el comando de Manuel Contreras, que transformó el recinto en un centro de torturas y ejecución con la acción directa de oficiales, que se alejaron enteramente de sus labores institucionales y se hicieron parte de una seguidilla de asesinatos que les habrían de perseguir para siempre. Hasta hoy, como se ha demostrado.
 
El entrenamiento que se impartía consistía en practicar torturas y ejecuciones de presos indefensos. Los crímenes cegaban la vida de hombres y mujeres, jóvenes o adultos mayores.

No importaba sexo, profesión o incluso que se eliminara a funcionarios de Carabineros en servicio activo. No habían ni juicios ni Consejos de Guerra. Tampoco se respetaba la vida de las víctimas, que se hubieran presentado por su propia voluntad, luego de ser amedrentadas por algún bando o amenaza radial.
 
La maquinaria asesina no tenía piedad ni se detenía ante nada.
 
De esta cruenta y dolorosa realidad surge otro de los temas que impactan: quienes apoyan a Labbe pretenden seguir negando la verdad, e incluso más, existen los que le victimizan ante decisiones judiciales “injustificadas”.

La UDI ha vuelto a entregarle “su apoyo humano”, agregando que “no se entienden las circunstancias” de la resolución de la jueza Mariela Cifuentes.
 
No se puede tapar el sol con un dedo. Esta fría obstinación de negar lo innegable, es un severo daño para Chile, para una convivencia sana en la comunidad nacional. La derecha se equivoca profundamente si piensa que su negativa le permite rehuir y soslayar su responsabilidad histórica.
 
Mientras se intente lo imposible, más crecerá en el país el rechazo a esa conducta, ya no sólo estéril sino que definitivamente vergonzosa. El futuro se construye en la verdad, que fundamenta la justicia y permite el reencuentro.