La revista Vogue indicó que esta temporada los tonos “sanguíneos” tienen un rol protagónico en la moda. Esto ya no es problema, porque actualmente cualquier persona puede utilizar el color rojo a la hora de vestir, pero no siempre fue así.

El rojo siempre fue tema. Según el artículo publicado por la BBC, en el tiempo de los Tudor en Inglaterra, los monarcas definían el estatus social de acuerdo a la ropa.

Enrique VIII aprobó una ley que no permitía a ningún inglés que usara terciopelo carmesí en sus vestidos, abrigos u otra prenda. La violación a la regla era una ofensiva, por lo tanto se multaba confiscando la prenda y además se realizaba un cobro adicional por no seguir la norma.

La tinta y las telas rojas era lo más caro en esos tiempos, por ende el objetivo de la ley era que las personas no pudieran hacer alarde de su riqueza.

En los retratos oficiales, Enrique VIII lucía vestimenta parlamentaria para asistir al palacio de Westminster, donde se muestra como utilizaba el color rojo para demostrar la autoridad y poder.

Sólo las personas de “rango suficiente” podían utilizar el rojo, además de vestir a sus sirvientes con las telas caras y los colores que ellos mismos tenían derecho de vestir. Los más discretos usaban un forro rojo en las mangas, detalle que daba que cuenta que ellos podían vestir atuendos más costosos.

El color rojo y la mujer

El rojo además tuvo connotaciones negativas relacionado al mundo femenino. Según señalaron en la BBC, el libro de las Revelaciones les dejaba claro a los primeros protestantes modernos el hecho de que la Iglesia de Roma era una “mujer escarlata”, la “Ramera de Babilonia”:

“Y vi una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada con oro, perlas y piedras preciosas, con una de oro taza en su mano llena de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación. Y en su frente un nombre escrito, Misterio, Babilonia la Grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la Tierra”.

Es por esto que Isabel I decidió finalizar con el rojo en las vestimentas de reyes, utilizando vestidos de satín blanco con símbolos asociados a cosas positivas para un reinado femenino.

Los prejuicios del color rojo en una mujer ya han desaparecido. Actualmente la reina usa vestidos rojos para asistir a diversos actos públicos, y además es utilizado por la duquesa de Cambridge.