Más de 100 parlamentarios japoneses visitaron la mañana del viernes el santuario Yasukuni de Tokio con ocasión del festival de otoño de este lugar de culto sintoísta, considerado por China y Corea del Sur el símbolo del militarismo nipón del pasado.

“Es natural que rindamos homenaje y expresemos nuestra sincera gratitud a la gente que sacrificó sus vidas por el país”, declaró a la prensa el jefe de esos 110 electos de varios partidos, el senador Hidehisa Otsuji.

El senador es miembro del Partido Liberal Demócrata (PLD, derecha) presidido por el primer ministro Shinzo Abe, como la mayor parte de los parlamentarios que suelen hacer la visita.

“Resulta extraño que reprochen a los japoneses prácticas corrientes en cualquier otro país del mundo”, deploró.

Abe, de convicciones nacionalistas notorias, mandó por su parte un árbol sacro, pero no debería visitar el templo el fin de semana.

Actualmente en Milán, donde participa en la cumbre ASEM, foro entre Europa y Asia, habría optado por la discreción para no irritar a su vecino chino, y evocó recientemente “una pareja inseparable”

El primer ministro japonés, que multiplica las propuestas de una cumbre bilateral cuando se perfila una tímida calma entre ambos país, espera reunirse en noviembre con el presidente Xi Jinping en Pekín al margen del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).

Abe visitó Yasukuni en diciembre de 2013 para celebrar el primer año de su retorno al poder, pero luego no volvió a repetir este gesto vivido como una afrenta por Pekín y Seúl, y más la ser la primera visita de un jefe de gobierno japonés desde 2006. Hasta Washington expresó públicamente su “decepción”.

“PROFUNDOS REMORDIMIENTOS”

El embajador de China, Cheng Yonghua, volvió a estimar el miércoles que “una justa comprensión por Japón de la invasión militar pasada y unos profundos remordimientos constituyen el zócalo esencial para desarrollar y solidificar las relaciones”.

Además de estas querellas vinculadas a la historia de la última guerra mundial, las dos potencias asiáticas están particularmente frías desde la nacionalización por Tokio el otoño de 2012 de tres islas Senkaku, en el mar de China oriental, reivindicadas por Pekín con el nombre de Diaoyu.

Corea del Sur, que también tiene un conflicto territorial con Japón, no ha dejado de reclamar por su parte a los japoneses que expresen su arrepentimiento por haber reducido a la esclavitud sexual a decenas de miles de mujeres, llamadas “de consuelo”, en burdeles del ejército nipón durante la ocupación de la península.

Haciendo caso omiso de esas tensiones, parlamentarios conservadores nipones visitan todos los años en grupo este lugar de culto que atrae a mucho público durante sus diferentes festivales y en la fecha del aniversario de la capitulación japonesa, el 15 de agosto de 1945.

En agosto pasado, tres ministros se unieron a ellos, para enfado de los diplomáticos chinos y surcoreanos.

Esta vez, el ministro de Sanidad, Yasuhisa Shiozaki, mandó llevar una ofrenda, según la prensa japonesa, pro ningún miembro del Gobierno se dejó ver este viernes en las inmediaciones del santuario.

La ministra de Asuntos Interiores y Comunicación, Sanae Takaichi, una de las cinco mujeres incorporadas al gobierno en el reajuste de septiembre, indicó que podría acudir al santuario.

“En el pasado expresé mi respeto a las almas (de los hombres caídos durante la guerra) todas las primaveras, veranos y otoños, también en otras ocasiones”, recordó el martes, según la agencia Jiji. “Desearía rendirles homenaje cuando tenga un momento”.