Tratar de alimentar a un niño que no tiene ganas de comer, puede ser una de las tareas más difíciles para los padres, convirtiéndose a veces en una verdadera pesadilla.

“La primera recomendación para los padres es mantener la calma y mucha paciencia”, comenta Priscila Candia, nutricionista y académica de la Universidad San Sebastián.

Pero por supuesto también hay algunas alternativas para facilitar la tarea, como por ejemplo si se incorpora un nuevo alimento o alguno que rechace, sírvalo en pequeñas cantidades para darle tiempo y se familiarice con el sabor.

También hay que tener presente que un niño no va a comer la misma cantidad que un adulto, por lo que hay que servirles una porción acorde a su edad.

Una estrategia bastante útil es servirle en un plato más grande, de manera que visualmente se perciba una menor cantidad. Además, si no se come toda la comida, se debe castigar, ya que la asociación puede terminar generando rechazo.

Si salen a comer, permita que el menor pruebe platos nuevos, y como todos los expertos recomiendan, a la hora de las comidas se debe evitar el uso de televisores u otros aparatos electrónicos en ese momento.

Importancia de la comida

Lo primero que deben considerar los padres es que mediante la alimentación el organismo recibe energía, proteínas, grasas, carbohidratos, vitaminas, minerales y agua, elementos básicos para que cumpla sus funciones.

Luego de los 6 meses del bebé (etapa de lactancia) se debe iniciar la primera comida del bebé, la que irá en forma gradual, inicialmente con consistencia de papilla dado que recién comienza la erupción dentaria.

“La consistencia de la alimentación se debe modificar gradualmente, para llegar alrededor de los 12 meses con una alimentación molida y, según el desarrollo y evolución de la dentición, incorporar de manera paulatina algunos alimentos picados y blandos”, agrega Priscila Candia.

¿Qué deben comer los niños?

Los alimentos seleccionados deben ser adecuados a su edad, desarrollo y estado nutricional. Desde las primeras comidas se sugiere entregar una alimentación saludable debido a que el niño comienza a formar sus hábitos y desarrollar la discriminación de texturas, sabores, olor, temperatura y consistencia de los alimentos.

“Sugiero, por lo menos hasta el año de vida, evitar agregar azúcar y sal a las preparaciones y prescindir de alimentos con altos contenidos en grasa saturada, azúcar o sal, ya que son perjudiciales para su salud especialmente en el largo plazo”, añade la especialista.

A partir de los 2 años los menores alcanzan la mayor parte de los hábitos alimentarios y preferencias por ciertos alimentos que establecen en gran medida el tipo de alimentación futura, por lo que resulta fundamental en este período educándolos para que adopten estilos de alimentación saludable.

La nutricionista recomienda que “las preparaciones deben ser sencillas, idealmente caseras, basadas en alimentos naturales, frutas y verduras frescas, que incorpore diariamente 3 productos lácteos prefiriendo los semi o descremados, 2 platos de verduras y 3 frutas de distintos colores. Leguminosas 2 veces por semana y, en reemplazo de la carne, pescado fresco, cocido, al horno o a la plancha. Beber agua o agua de cocción de frutas sin azúcar en vez de jugos azucarados o bebidas gaseosas”.

Nuevos sabores y mañas

La incorporación de nuevos alimentos y, es decir, nuevos sabores y texturas es un gran tema a la hora de las comidas con los niños, por lo que es muy habitual encontrarse con pequeños que no quieren comer alimentos como legumbres, verduras y frutas.

“Los padres no deben olvidar que se debe enseñar con el ejemplo, por lo que no se puede pretender dar ensaladas si el resto de la familia no las come. Es importante, de acuerdo a la edad del niño, permitir elegir alimentos y no imponérselos. Ofrecerlos en varias oportunidades, con perseverancia terminará aceptándolos”, comenta Candia.

Agrega que “los niños deben ser alimentados en un ambiente tranquilo, ideal si se come en familia y explicarles las propiedades de ciertos alimentos de manera sencilla y lúdica. Por ejemplo, que la lechuga tiene vitaminas y minerales que harán que esté sanito o que el pescado tiene proteínas que ayudarán a tener músculos más fuerte”.

Para incentivar a los menores a comer estos nuevos alimentos la presentación de los platos debe ser atractiva, los padres deben preocuparse especialmente de los colores, en lo posible usar varios y en contraste, como una ensalada de tomate y lechuga y zanahoria rallada, un postre de fruta fresca picada como plátano, frutillas y kiwi.

“Si es posible invitarlos a participar en la elaboración de algún plato, de manera que sientan que es un producto de ellos mismos. Dar formas entretenidas a los platos, como caritas, barcos o flores. Que para ellos sea entretenido comer estos alimentos nuevos”, añade Candia.

En caso de que los niños no quieren comer, la nutricionista siguiere “enmascarar los sabores, si no come chirimoya, podría bañarse en yogurt, jalea con fruta o crema de verduras. Cuando ninguno de los recursos anteriormente señalados funciona, nos queda la posibilidad de entregar los nutrientes de los alimentos que rechazan, a través de otros con aportes equivalentes”.

Recomendaciones

La especialista de la Universidad San Sebastián entrega las siguientes recomendaciones:

· Incorpore la mayor variedad de alimentos posibles los primeros años de vida, período en que se forman los hábitos alimentarios y aceptación de alimentos.

· Los padres son quienes deciden qué alimentos se compran en casa y cuándo se sirven.

· Basándonos en la recomendación anterior, permita elegir al niño lo que quiera comer, si se evita comprar comida chatarra, el menor seleccionará lo que está a disposición.

· Si se incorpora un nuevo alimento o alguno que rechace, sírvalo en pequeñas cantidades para darle tiempo y se familiarice con el sabor.

· Ofrézcale la cantidad de comida de acorde a su edad, no se debe pretender que coma el mismo volumen que un adulto.
· Otra estrategia es servirle en un plato más grande, de manera que visualmente se perciba una menor cantidad.
· Si no se come toda la comida, nunca condicionar al castigo.
· Si salen a comer, permita que el menor pruebe platos nuevos.
· El tiempo de la comida deberá ser usado con el propósito de alimentarse y socializar en familia, evite el uso de televisores u otros aparatos electrónicos en ese momento.