Ninguna persona nace sabiendo cómo ser padre ni tampoco es algo que se aprenda en la escuela. Es la experiencia y la observación lo que permite ir descubriendo cómo desarrollar esta tarea de mejor forma.

En este sentido, Bret Spears, un padre estadounidense y dueño del blog The Dad Issues (Cuestiones de Papá), escribió una columna en su página personal donde planteó 10 cosas que él no sabía sobre tener una hija y que pudo conocer con su pequeña Mary.

A continuación te dejamos su artículo llamado “10 cosas que nadie me dijo sobre tener una hija”

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1. Nadie me avisó de que empezaría a fijarse en chicos tan pronto.

Como muchos de nosotros, compré la teoría social antropológica que considera a los chicos como conquistadores agresivos y a las chicas, como mucho, como generosamente indulgentes al ser perseguidas. Todo esto cambió una noche en el gimnasio, cuando mi hija Mary Grace me agarró del brazo muy seria y me dijo: “Papá, ¿ves a ese chico? ¡Me gusta!”. Mientras nos bebíamos nuestros smoothies en la cafetería del gimnasio, no dejaba de darse vuelta para ver dónde estaba y lo miraba con atención. En un momento dado, se acercó a nuestra mesa. Se llamaba Harrison y era educado, alegre y bien hablado. La trató con amabilidad y mucho respeto. El único inconveniente de este primer flechazo era que el chico tenía 19 años, 1,95 metros de estatura, pinta de surfista y físico de futbolista. Era un mesero de la cafetería. Y mi hija tenía 3 años. En serio.

2. Nadie me dijo lo mucho que podía enamorarme de mi mujer.

Tener una versión mini de Mary hizo que no pudiera evitar volver a contextualizar lo que ella es para mí. Muchas de las idiosincrasias y disposiciones que me habían frustrado durante años se moldeaban ahora en la persona de nuestra hija, permitiéndome ver con una nueva perspectiva y compasión algunas de las formas de ser que antes me parecían ajenas. Por poner un ejemplo: nunca era capaz de entender las decepciones que se lleva mi mujer cuando falla un plan. Hasta en las cosas más mundanas, se altera y le afecta mucho anímicamente.

Una vez la vi achacarse en la cola de la cafetería cuando vio que la última muestra de su sándwich de costillas favorito se la llevó la persona que tenía delante. Da un poco de miedo, pero Mary Grace es exactamente así. Pero como ella es inocente, estoy obligado a computar sus emociones con un cálculo más caritativo, y al hacerlo me doy cuenta de que en todas estas pequeñas tragedias, subyace un entusiasmo salvaje por la vida. Como consecuencia, llego a entender a mi mujer. Antes pensaba que su actitud era medio infantil; ahora sus reacciones inocentes me parecen bonitas. Supone una gran diferencia. Ojalá pudiera volver atrás y quererla siempre tanto como ahora. Se lo merece.

3. Nadie me dijo que todos mis intentos previos por entender la anatomía femenina se verían completamente revolucionados por un simple pañal sucio.

La fuerza resultante de ver que las partes íntimas de una pequeña bebé están cubiertas de caca, es impactante. Literalmente, me quedaba de pie frente a mi hija con una toallita en una mano y una lupa en la otra, quitándole minuciosamente las manchas de heces.

4. Nadie me dijo que al tener una hija me haría automáticamente feminista.

5. Nadie me advirtió lo que te espera al otro lado de toda esa ternura.

Es habitual que los padres de niñas digan cosas como: ‘Crees que sabes lo que es el amor, pero prepárate. Nunca has sentido nada igual’. En parte, tienen razón. La niña de papá y su padre envuelto alrededor de su dedo meñique es un fenómeno bien documentado. De lo que se habla menos es de la inmensa RABIA que provoca el otro lado de la moneda, la parte delicada de la ternura. Hay una ferocidad indescriptible y cinética en los huesos.

Me acuerdo de ir aterrado por un mercado lleno de gente con la niña en el coche, incapaz de disfrutar por las visiones de violencia que estaba preparado para cometer a quien se atreviera a pasarse de la raya. Es complejo para el corazón de un hombre sentirse al mismo tiempo tan decidido a dar su vida como a quitársela a alguien. Quizás esconde una moraleja.

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6. Nadie me dijo que las canciones de cuna son las mejores canciones jamás escritas.

Aunque sean bobas, empalagosas o forzadas, cuando tienes una hija, las canciones infantiles ejercen un poder emocional misterioso y violento que resulta irresistible. El pasado verano en la boda de un amigo, estuvimos haciendo una recopilación de canciones y riéndonos un rato… y acabé emocionado mientras bailaba con mi hija.

7. Nadie me dijo la extraordinaria importancia del color rosado.

Para las pasadas navidades, Mary Grace pidió una muñeca. Cuando le preguntamos de qué color la quería, contestó muy resuelta: “¡Rosada!”. La he visto conmovida hasta las lágrimas al oír que su plato rosado estaba en el lavavajillas y que tendría que usar otro para cenar. Podría presentarse cualquiera con un unicornio alado azul en su habitación, y te aseguro que ella lo pediría rosa.

8. Nadie me dijo (bueno, quizá mi mujer sí, pero nunca la creí) que muchas chicas empiezan a pensar en su boda desde niñas.

Personalmente, echo la culpa a Disney. Cada trozo de tela blanca que tenemos en casa sirve para hacer un ensayo falso de boda. Y ella se lo toma muy a pecho. Al principio era supremamente lindo, porque quería casarse conmigo, pero desde hace poco tengo un contrincante que va con ella al colegio y me ha quitado el puesto de novio. Ella dice que es porque el niño “es gracioso y muy guapo”.

9. Nadie me dijo el enojo irracional que me produciría el saber que mi hija quería casarse con el chico bromista y guapo de su clase en vez de conmigo.

10. Nadie me dijo lo que disfrutaría de la manicure, las fiestas de niñas, las exploraciones por el closet, los bailes repentinos, las cajas de pasteles y las muñecas.

Algunos lectores sólo se quedarán con lo empalagoso. Pero los que tienen hijas también captarán lo aterrorizador, vulnerable, desorientador… y sagrado.