El académico y toxicólogo de la Escuela de Química y Farmacia de la Universidad Andrés Bello (Unab), Fernando Torres, expresó que el triclosán, un antiséptico que se adiciona a productos de limpieza del hogar y personal como desodorantes, pastas dentales, enjuagues bucales y en jabones, está siendo evaluado por la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos, como de “real riesgo” para la población y el medioambiente.

“La FDA evalúa los efectos secundarios del triclosán cuando es utilizado por las personas, de manera cotidiana, mientras que la Agencia de Protección Ambiental (EPA) estudia el efecto del triclosán en el medioambiente, cuando es utilizado como pesticida”, precisó Torres.

El toxicólogo agregó que “en otros estudios se ha observado que el triclosán podría contribuir a la resistencia a los antibióticos, lo cual tendría una consecuencia importante y negativa sobre la eficacia de los tratamientos con esa sustancia química que mata o impide el crecimiento de ciertas clases bacterias”.

Torres dijo que el uso del triclosán inquieta a científicos y ambientalistas ya que estudios experimentales -en animales- han demostrado que este compuesto podría alterar el funcionamiento endocrino, función muscular y cardiaca. Pero los efectos observados en animales, no siempre son extrapolables al ser humano”, comentó el experto de la Unab.

Sin embargo, sostuvo que aún no se han reportado, en la literatura científica, estudios concluyentes respecto al real efecto dañino del triclosán sobre los seres humanos.

Infecciones en la nariz, resistencia a los antibióticos y otros peligros

Un estudio de la Universidad de Michigan sugirió que el triclosán puede actuar como un promotor de las bacterias estafilococos en la nariz, contribuyendo al desarrollo de infecciones en esa zona.

Blaise Boles, autor del estudio y profesor asistente de biología molecular y celular en la U. de Michigan, señaló que el triclosán se utiliza con frecuencia en jabones antibacterianos, pero hay poca o ninguna evidencia de que sea mejor que el jabón regular. De hecho, un documento oficial del estado de Carolina del Norte y un estudio anterior de la mencionada universidad, concluyó lo mismo.

Sin embargo, el triclosán está tan incorporado en nuestros artículos de uso diario que algunos análisis han encontrado rastros de este componente en la orina humana, la leche y el suero.

Lo malo es que cuando altas concentraciones de triclosán se encuentran en el sistema endocrino, puede ser perjudicial para el funcionamiento del corazón y el sistema músculo esquelético. Así lo afirmó anteriormente, una investigación de la Universidad de California en Davis y la Universidad de Colorado, la cual estableció que este componente no sólo retarda el nado de los peces, y dificulta la contracción muscular de ratones, sino que también afectaría la función cardíaca.

“A pesar de que el triclosán no está regulado como medicamento, este compuesto actúa como un potente depresor cardíaco en nuestros modelos”, señaló en una oportunidad Nipavan Chiamvimonvat, profesor de Medicina Cardiovascular de la U. de California, quien indicó que pese a que los estudios fueron realizados con animales, las evidencias son contundentes como para tomar resguardos en la salud humana.

Según el portal de noticias de salud Medical Daily, el Staphylococcus aureus es una bacteria que se encuentra regularmente en el tracto respiratorio o la piel y es una fuente común de infecciones cutáneas, intoxicaciones alimentarias, y enfermedades respiratorias. Además, las cepas de esta bacteria que causan enfermedades generalmente producen toxinas proteicas que inactivan anticuerpos.

Los autores estiman que un 30% de la población porta esta bacteria y que cuando el triclosán se encuentra en las narices de la gente puede ayudar a este microorganismo patógeno en la organización de las proteínas y la colonización, lo que en última instancia puede conducir a una infección.

Además, un estudio anterior de la U. de Michigan informó que el triclosán reacciona en las células, lo que puede causar que algunas bacterias se vuelvan resistentes a antibióticos de uso común, tales como la amoxicilina. Esta conclusión fue respaldada por un artículo de la Comisión Europea, que indica que “algunas pruebas de laboratorio han demostrado que cuando se exponen al triclosán las bacterias pueden desarrollar resistencia genética, volviéndose resistentes a otros antimicrobianos, incluidos, en algunos casos, los antibióticos. Esta resistencia cruzada, si se produjera en la vida real, podría tener graves consecuencias para la salud pública”.