Amnistía Internacional (AI) acusó tanto a los separatistas prorrusos como a las fuerzas ucranianas de crímenes de guerra en el conflicto en el este de Ucrania, entre ellos, secuestros, torturas y asesinatos, según un informe publicado este domingo en Kiev.

“Todas las partes en conflicto se mostraron indiferentes respecto a la vida de civiles y desatendieron de manera flagrante sus obligaciones internacionales”, denunció el secretario general de esta asociación, Salil Shetty, en el comunicado.

Los investigadores de AI, presentes en el terreno antes de la entrada en vigor del alto el fuego el viernes, recopilaron informaciones sobre secuestros, casos de tortura y asesinatos por parte de los separatistas.

Asimismo, recibieron informaciones sobre “secuestros y apaleamientos por parte de los batallones de voluntarios que actúan al lado del ejército” ucraniano, así como sobre bombardeos indiscriminados de las fuerzas leales a Kiev.

La organización insta a las autoridades ucranianas a abrir una investigación sobre presuntas violaciones del derecho internacional humanitario y a llevar ante la justicia a los presuntos responsables de los crímenes de guerra.

Por otro lado, Amnistía Internacional señala, en base a fotos tomadas por satélite y a la captura de soldados rusos en territorio ucraniano, la participación de Rusia en el conflicto “tanto por su injerencia directa como por su apoyo a los separatistas en el este de Ucrania”.

“Rusia debe poner fin a la constante llegada de armamento y otros recursos” a los rebeldes implicados “en las violaciones flagrantes” de los derechos humanos, asegura la organización.

“Se trata sin duda ahora de un conflicto internacional”, subraya Salil Shetty.

Los países occidentales han acusado en varias ocasiones a Rusia de ayudar militarmente a los separatistas prorrusos, acusaciones que el Kremlin desmiente.

Kiev y los prorrusos firmaron el viernes un alto el fuego “globalmente respetado” el sábado, según Kiev y Moscú, que busca poner fin a cinco meses de combates, que han dejado 2.600 muertos según Naciones Unidas.