A lo largo de su historia, el fútbol chileno ha vivido momentos complejos. Crisis económicas, indisciplinas, escándalos directivos han salpicado la actividad. Pero sin dudas, el punto más negro de sus historia lo vivió el 3 de septiembre de 1989, día en que se produjo el tristemente célebre ‘Maracanazo’ o ‘Bengalazo’.

La selección chilena se enfrentaba con su similar brasileña en el Estadio Maracaná. Ambos equipos llegaban igualados en puntaje en el Grupo 3 de las eliminatorias para el Mundial de Italia 1990. Pero, pese a que ambos elencos contaban con 5 unidades, la diferencia de gol favorecía a los locales, por lo que el triunfo era el único resultado que le servía a ‘La Roja’ para llegar al certamen planetario.

Pero también vale situar el hecho en un contexto social complejo, que se trasladó al interior de la selección. Los conceptos ‘guerra’ y ‘ganar como sea’ eran parte de las declaraciones de varios integrantes del plantel, cuerpo técnico y dirigencia. Un discurso que tuvo una muestra en el partido de ida entre ambos equipos en el Estadio Nacional: un encuentro extraño, lleno de violencia dentro y fuera de la cancha que terminó igualado a un gol, pero que significó un castigo que impidió a Chile jugar como local ante Venezuela.

Pero volvamos a Maracaná. Como era previsible, Brasil dominaba el juego sin contrapeso, transformando a Rojas en la gran figura del primer tiempo, con atajadas brillantes que mantuvieron el cero en su arco y también la ilusión de lograr un triunfo. Pero todo cambió en la segunda mitad. El gol de Careca a los 49′ hacía la tarea casi imposible.

Y luego llegó el minuto 69. La bengala que cae en la cancha, Rojas al césped y brota la sangre. Los jugadores chilenos reaccionan con indignación. Fútbol detenido por el juez argentino Juan Loustou y los nacionales se retiran del campo para no volver más desde los camarines, pese a las advertencias de varios dirigentes chilenos y extranjeros de que eso provocaría problemas.

En Chile se desató la furia, azuzada por algunos medios de comunicación. El recordado apedreo a la embajada brasileña en Santiago fue una muestra del ambiente dentro de gran parte de la población, que veía como su ídolo había sido herido.

Pero pronto fue apareciendo la verdadera historia. Incluso a las pocas horas, cuando ya existían fotos que mostraban que la bengala no había tocado al golero. Además, el tipo de herida hizo dudar a varios, debido a sus características. Pero el ‘Cóndor’ insistió en que todo había sido provocado por el fuego artificial.

Luego la historia es conocida: Rojas, que había asegurado constantemente la veracidad de sus palabras, confesó con el tiempo que todo fue una farsa en entrevista con el Diario La Tercera. Los castigos no se hicieron esperar, con el portero sancionado a perpetuidad (recibiendo una amnistía cuando ya tenía 43 años), más otros integrantes de la delegación como Fernando Astengo y Orlando Aravena marginados por algunos años. La selección chilena quedó imposibilitada de competir para las eliminatorias de Estados Unidos 1994, por haberse retirado de la cancha, cortando la opción de una generación a poder competir en una Copa del Mundo.

Como era de esperar, Roberto Rojas recibió el repudio generalizado. Pero los años permitieron que ésto fuera cambiando, lo que se ha visto reflejado en diversos eventos públicos en que ha participado y donde ha recibido el cariño de la mayoría de la gente, que entendió que ya había pagado sus culpas.

A 25 años del hecho, este lamentable hecho se recuerda tanto por lo que significó para la historia de nuestro fútbol, como también para tenerlo presente siempre como un ejemplo de las consecuencias de la trampa y los nacionalismos baratos. Se podrá argumentar que otros países no sufrieron castigos similares ante hechos graves, pero lo cierto es que las lecciones asumidas por el fútbol chileno quedaran marcadas para siempre.