Argentina vive este jueves su segunda huelga nacional del año, convocada por las tres centrales obreras opositoras a la presidenta Cristina Kirchner, que buscan paralizar el país en demanda de mejoras salariales, en momentos en que la economía está en declive.

Los reclamos sociales se han atizado en las últimas semanas al agudizarse los síntomas de recesión, una inflación indetenible y un clima de incertidumbre financiera por un bloqueo judicial de pagos de la deuda en Estados Unidos que empujó a la tercera economía de América Latina a un default selectivo.

Maquinistas de trenes, bancarios, portuarios, trabajadores aeronaúticos y camioneros son algunos de los poderosos gremios que llamaron a parar sus actividades por 24 horas este jueves.

Sin embargo no lograron la adhesión del sindicato de los choferes de autobuses, transporte crucial que en el primer paro de este año, el pasado 10 de abril, hizo que fuera un éxito el objetivo de vaciar de gente las calles, los puestos de trabajo y las escuelas.

Los sindicatos denuncian que la inflación anual superior al 30% castiga sin piedad los bolsillos de los asalariados en momentos que la tasa de desempleo creció de 7,1% a 7,5%.

Las demandas formales de la huelga son derogar el Impuesto a las Ganancias que cada día pesa más sobre los salarios y aumentar subsidios familiares.

El gobierno consideró el miércoles que los sindicatos opositores que lanzaron esta huelga y prometen más acciones de fuerza para septiembre buscan rédito político.

“No hay ninguna duda que éste es un paro de naturaleza política, con un objetivo opositor, gran parte de estos sindicalistas forman parte del alineamiento político del arco opositor”, sostuvo en rueda de prensa el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich.

La presidenta Kirchner exhortó el martes a través de la red social Facebook a que los argentinos cuiden “lo que se ha logrado” en la última década con una política de consumo y empleo.

- Cortes y enojo en las calles -

Sindicatos radicalizados y agrupaciones de izquierda marcharon el miércoles por el centro de Buenos Aires en defensa del empleo y en rechazo de la inflación que afecta el poder adquisitivo.

Los manifestantes marcharon desde la Plaza de Mayo hasta el Congreso, en una jornada donde hubo cortes de rutas y protestas callejeras en distintos puntos de la capital argentina.

El sector opositor de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA), que reúne sobre todo a empleados estatales, inició al mediodía del miércoles una huelga de 36 horas que este jueves coincidirá con el paro de 24 horas convocado por otras dos centrales obreras, también opositoras a la presidenta Kirchner.

“Son los mismos reclamos que hicimos el 10 de abril (en la primera huelga nacional del año) pero, ahora, agravado por despidos y suspensiones. Cuatro meses después, el poder adquisitivo ha decaído de manera significativa”, señaló Pablo Micheli, líder de la CTA opositora.

El otro sector de la CTA y el sector kirchnerista de la mayoritaria Confederación General del Trabajo (CGT) no adhieren a la huelga.

Los manifestantes entregaron un petitorio en el Parlamento para reclamar que se prohíban los despidos y suspensiones por un año y la derogación del impuesto sobre los salarios medios y altos.

También piden la reapertura de las negociaciones colectivas, debido a la inflación, que acumula 16,7% entre enero y julio, según datos oficiales y casi 40% de acuerdo a la medición de consultoras privadas que difunde la oposición en el Congreso.

Los partidos de la izquierda trotskista tienen previsto un diagrama de cortes de rutas en varias provincias de todo el país pese a que la convocatoria central a la huelga no contempla marchas ni actos.