El ejército ucraniano apretó este martes las tuercas en su ofensiva para recuperar el este del país, y acusó a los separatistas prorrusos de haber matado por lo menos a 15 civiles que huían de los combates.

Kiev dijo que se estaban produciendo combates callejeros en el centro de la ciudad de Lugansk, uno de los bastiones de los separatistas, sometido a bombardeos y privado de suministro de agua y electricidad durante semanas. El ejército dijo haber tomado uno de los barrios de esta ciudad.

El ejército de Ucrania afirmó además que ha hallado en la región de Lugansk los cadáveres de 15 civiles, después de haber acusado a los separatistas de atacar una columna de refugiados con lanzacohetes Grad.

“Ayer los terroristas dispararon contra una columna de refugiados que se desplazaban con banderas blancas de Lugansk a Lutuguine, una localidad bajo control de los militares ucranianos. Se han encontrado quince cadáveres de civiles”, declaró un portavoz de los servicios de seguridad, Andrei Lysenko.

Los rebeldes desmintieron toda implicación.

En la región de Donetsk, otro bastión de los separatistas bombardeado por el ejército, al menos tres civiles murieron este martes en la localidad de Makiivka, constató un fotógrafo de la AFP.

La acusación de Kiev sobre el ataque a los civiles, si bien no pudo ser confirmada con una fuente independiente, hizo reaccionar a Naciones Unidas y a Washington.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo que “el trágico incidente hace aún más urgente un alto el fuego y una solución diplomática”.

El Departamento de Estado norteamericano reconoció que no ha podido verificar quién disparó contra los civiles que huían de los combates, y pidió que “todas las partes tomen sus precauciones para proteger vidas inocentes”.

Los cuatro meses de combates en el oriente ucraniano se han saldado de momento con más de 2.100 muertos y una crisis humanitaria en la región.

- Lugansk, castigada -

Lugansk, que sigue en manos rebeldes, ha sido la ciudad más castigada. El agua y la electricidad llevan cortadas más de dos semanas, y la comida escasea cada vez más.

Si se confirma el avance de las tropas ucranianas, que dicen haber tomado ya un distrito, se trataría de un avance importante para Kiev, en esta ciudad industrial que contaba con 420.000 habitantes antes de los combates.

La noche del lunes, el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, anunció un cambio en su estrategia militar, después de que los rebeldes afirmaran haber recibido refuerzos de Rusia en forma de tropas y blindados.

La táctica empleada por el ejército ucraniano hasta ahora consistía en acorralar y asediar los principales bastiones de los insurgentes prorrusos, lo que le ha valido unos combates cada vez más mortíferos.

Poroshenko solicitó el lunes un “reagrupamiento de las fuerzas” para “fragmentar la zona controlada” por los insurgentes e “impedir su abastecimiento de armas y equipamiento” a través de la frontera con Rusia.

En el frente diplomático continúan los esfuerzos para buscar una salida al conflicto, pese a la infructuosa reunión celebrada el domingo en Berlín entre los ministros de Exteriores de Ucrania, Rusia, Alemania y Francia.

Este martes, Berlín confirmó que la canciller Angela Merkel visitará Ucrania el sábado, víspera del Día de la Independencia en este país.

Mientras tanto, el convoy ruso de ayuda humanitaria sigue un día más esperando cerca de la frontera con Ucrania.

La Cruz Roja, que debe chequear y distribuir la ayuda a las poblaciones del este de Ucrania, dijo que aún no ha recibido garantías de seguridad sobre cómo cruzará el territorio en manos de los separatistas.

“No tenemos fecha ni hora” para la entrada del convoy en Ucrania, dijo a la prensa Paul Picard, un observador de la OSCE presente en la frontera.

Kiev y Occidente temen que el convoy sirva de caballo de Troya para una invasión rusa, una sospecha que Moscú califica de absurda.