Fotógrafo recrea las pesadillas infantiles en inquietantes imágenes

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No es raro que las pesadillas nos atormenten, sobre todo cuando nos vemos en pijamas en la oficina o perdiendo el bus, pero ¿recuerdan lo que soñaban cuando niños? ¿era realmente tan aterrador como lo recordamos?

Fue durante los años 70, mientras realizaba una serie de fotografía ambiental, que el retratista norteamericano Arthur Tress, partió un trabajo con el que desentramó, en parte, el inconsciente infantil, un pasadizo lleno de miedos y temores que en sus fotografías se multiplicaban por mil.

El educador infantil Richard Lewis fue quien lo invitó a participar de un proyecto. Él le había pedido a sus alumnos que escribieran poemas e hicieran dibujos sobre sus sueños, idea que a Tress le pareció fantástica.

“Le dije: Ha sido una idea formidable, voy a seguir con ello y voy a preguntarle a los niños y a mis amigos qué sueños recuerdan de su infancia”, comentó al sitio web Gothamist.

Así partió “Daymares”, una serie de fotografías manipuladas, que en blanco y negro mostraron las pesadillas más oscuras y recurrentes entre algunos de los niños de Manhattan.

“Estaba buscando imágenes de pesadillas mitológicas y arquetípicas”, dijo Tress a Gothamist. “Esto se convirtió en mi empresa durante los siguientes veinte años, este tipo de fotografía surrealista inquietante”, recordó.

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Pero esta idea sólo se sumó a los perturbadores trabajos fotográficos que había realizado Tress. Ya desde los 12 años le gustaba retratar fenómenos de circo y edificios en ruinas alrededor del conocido parque de juegos de Coney Island.

En 1972 ya había hecho público el sentido de sus oníricos retratos, señalando que buscaba mostrar cómo la imaginación creativa de los niños transforma constantemente su existencia en “símbolos mágicos de sentimientos o estados que quedan sin expresar. De hecho, todos intercambiamos o traducimos constantemente nuestras percepciones diarias de la realidad en la esfera encantada del mundo de los sueños”, sopesaba en ese entonces el artista.

El trabajo de Tress permanece vigente hasta la actualidad, sobre todo por su carácter artístico, lo rescata el fotógrafo Richard Lorenz, del libro del artista “The Fantastic Voyage”.

“Tress opina que mucha de la fotografía actual no logra acceder a la vida oculta de la imaginación y la fantasía que está hambrienta de estímulos. El fotógrafo documental nos proporciona hechos o desgracias de la humanidad, mientras que el pictorialista, ya sea vanguardista o conservador, sencillamente nos agrada con composiciones estéticamente correctas; pero, ¿dónde están los fotógrafos a los que poder pedir que nos hagan volver a sentir bien, o que nos aterroricen?”, señala en su obra Lorenz.

De cualquier modo, las fotografías dan para pensar, ¿cuánto había de siniestro en estas fantasías infantiles? y quizás también podamos volver a sentir ese pequeño gran temor que nos acechaba cuando llegaba la hora de ir a dormir.

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Fue durante los años 70, mientras realizaba una serie de fotografía ambiental, que el retratista norteamericano Arthur Tress, partió un trabajo con el que desentramó, en parte, el inconsciente infantil, un pasadizo lleno de miedos y temores que en sus fotografías se multiplicaban por mil.

El educador infantil Richard Lewis fue quien lo invitó a participar de un proyecto. Él le había pedido a sus alumnos que escribieran poemas e hicieran dibujos sobre sus sueños, idea que a Tress le pareció fantástica.

“Le dije: Ha sido una idea formidable, voy a seguir con ello y voy a preguntarle a los niños y a mis amigos qué sueños recuerdan de su infancia”, comentó al sitio web Gothamist.

Así partió “Daymares”, una serie de fotografías manipuladas, que en blanco y negro mostraron las pesadillas más oscuras y recurrentes entre algunos de los niños de Manhattan.

“Estaba buscando imágenes de pesadillas mitológicas y arquetípicas”, dijo Tress a Gothamist. “Esto se convirtió en mi empresa durante los siguientes veinte años, este tipo de fotografía surrealista inquietante”, recordó.

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Pero esta idea sólo se sumó a los perturbadores trabajos fotográficos que había realizado Tress. Ya desde los 12 años le gustaba retratar fenómenos de circo y edificios en ruinas alrededor del conocido parque de juegos de Coney Island.

En 1972 ya había hecho público el sentido de sus oníricos retratos, señalando que buscaba mostrar cómo la imaginación creativa de los niños transforma constantemente su existencia en “símbolos mágicos de sentimientos o estados que quedan sin expresar. De hecho, todos intercambiamos o traducimos constantemente nuestras percepciones diarias de la realidad en la esfera encantada del mundo de los sueños”, sopesaba en ese entonces el artista.

El trabajo de Tress permanece vigente hasta la actualidad, sobre todo por su carácter artístico, lo rescata el fotógrafo Richard Lorenz, del libro del artista “The Fantastic Voyage”.

“Tress opina que mucha de la fotografía actual no logra acceder a la vida oculta de la imaginación y la fantasía que está hambrienta de estímulos. El fotógrafo documental nos proporciona hechos o desgracias de la humanidad, mientras que el pictorialista, ya sea vanguardista o conservador, sencillamente nos agrada con composiciones estéticamente correctas; pero, ¿dónde están los fotógrafos a los que poder pedir que nos hagan volver a sentir bien, o que nos aterroricen?”, señala en su obra Lorenz.

De cualquier modo, las fotografías dan para pensar, ¿cuánto había de siniestro en estas fantasías infantiles? y quizás también podamos volver a sentir ese pequeño gran temor que nos acechaba cuando llegaba la hora de ir a dormir.

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