El actor Robin Williams inspiró a toda una generación de artistas y directores cuando éstos eran pequeños, pero su trágica muerte el lunes sacó a la luz los peligros que conlleva ser famoso.

“Fue alguien que enseñó que en el cine se podía ser serio como divertido”, explica a la AFP Jon Aranda, estudiante en la escuela de cine de Los Ángeles situada en el corazón de Hollywood.

Williams era un tipo “distinto a las estrellas clásicas de Hollywood. Tenía talento, se veía que era un ser humano auténtico”, dijo este joven de 27 años, quien revela que su película favorita del malogrado actor es “Patch Adams”.

Nick Kwak, de 22 años, y Tyler Hoskins, de 23, compañeros de la escuela de cine, señalan que crecieron con los films de Williams y que la carrera del intérprete inspiró su posterior vocación al cine.

“Me dio mucha alegría y risas, me hubiera encantado trabajar con él”, confiesa Kwak.

Mirarse al espejo

Para Tom Nunan, fundador de la productora Bull’s Eve Entertainment y profesor en la universidad UCLA, la trayectoria de Williams es un ejemplo para que los jóvenes se den cuenta de que “pueden lograr lo que se propongan”.

“Abrió nuevos horizontes para los actores procedentes de la comedia y del teatro de improvisación”, al tiempo que dejó claro que ninguna puerta de la interpretación está cerrada, apunta este productor.

“Supuso una enorme contribución” al futuro de muchos profesionales, considera Nunan, aunque para él “desgraciadamente también representa una señal de alarma: no hay que dejarse vencer por una enfermedad, uno tiene que curarse”.

La inesperada muerte de Williams a los 63 años, en un caso que apunta al suicidio, conmocionó al mundo entero tras los esfuerzos del actor por superar a lo largo de las últimas décadas sus adicciones al alcohol, las drogas y una severa depresión.

Hace apenas seis meses otro grande de Hollywood, Philip Seymour Hoffman, perdió la vida por una sobredosis de heroína, cocaína y metanfetaminas.

“Muchos humoristas tienen esta enfermedad, estas adicciones, esta depresión y deberían mirarse al espejo y preguntarse si reciben la ayuda que necesitan”, afirma Nunan.

El estudiante Tyler Hopkins menciona una “alarma” en el sector del cine. El fallecimiento de Williams le ha permitido entender que, “sea cual sea el nivel de popularidad o riqueza, nada de eso solucionará los problemas que uno tenga en la vida”.

Su muerte “realmente me ha abierto los ojos” sobre el problema de la depresión. “Nunca pensé que padecía” esta enfermedad, sostiene.

Kwak matiza que “hay muchas presiones en el cine. Mucha gente tiene problemas y no habla de ellos para proteger su imagen”.

Aunque Williams habló públicamente varias veces sobre sus problemas, este joven estudiante considera que las estrellas de la industria del entretenimiento que han llegado tan alto como el fallecido actor “no quieren bajar de su pedestal”.