Bach y Sibeliu reviven en concierto de la Camerata vocal y la Orquesta Sinfónica de Chile

visitas

La Orquesta Sinfónica de Chile dirigida por el maestro alemán Thomas Sanderling, junto a la Camerata Vocal de la agrupación conducida por Juan Pablo Villarroel, ofrecieron un programa que incluyó, en sorprendente convivencia, obras de Johann Sebastian Bach y de Jean Sibelius.

Del compositor alemán se presentaron las Cantatas BWV 61 y BWV 104 y de Sibelius, la Sinfonía N°1, en un marcado e interesante contrapunto musical. “Un programa de contrastes que me gustó mucho”, afirmó Sanderling, que se despidió de Chile con una conducción impecable, para una programación muy disímil.

“El poder dirigir a Johann Sebastian Bach es una oportunidad para llenar el alma con la belleza indescriptible de la música”, señaló Juan Pablo Villarroel, director de la agrupación coral. Para la Camerata Vocal de la Universidad de Chile, fue esta una oportunidad para demostrar lo mejor de su estilo y también para “trabajar disfrutando” porque, si algo les gusta a sus integrantes, es interpretar las obras del reconocido compositor alemán, considerado como el más grande de todos los tiempos”.

Así coincidieron en afirmar el director del conjunto y los solistas que intervinieron en la interpretación de las dos cantatas de Bach, la primera para soprano, tenor y barítono y la segunda para tenor y barítono.

Tal como lo expresó Villarroel, la Camerata Vocal confirmó que la agrupación está acostumbrada a interpretar este repertorio y, “aunque Bach es muy difícil, nos sentimos siempre cómodos haciéndolo”.

Como solistas de las Cantatas 61 y 104 hicieron su debut, la soprano Soledad Mayorga, el tenor Felipe Gutiérrez y el barítono Ramiro Maturana, quienes ingresaron hace un año al conjunto, atraídos por su variado y amplio repertorio, destacando la pulcritud de sus interpretaciones y su profesionalismo. Junto a ellos participó también el tenor Felipe Catalán, con una correcta vocalización.

Actuar como solistas en la interpretación de las dos cantatas de Bach fue para todos ellos, “no solamente la oportunidad de demostrar sus cualidades ante el público”, sino también, “la emoción de hacer la maravillosa música de Bach”.

Por su parte, la soprano Soledad Mayorga expresó que “el aria de la Cantata 61 que me tocó en suerte cantar, es una obra preciosa, de una limpieza y una estructura fantásticas, las cuales le dan al solista, la posibilidad de hacer lo que está escrito en la partitura, porque es cristalino, tiene una línea sencilla y es bello en sí mismo. Disfrutar la música, cantar obras de Bach siempre es un privilegio, un desafío para la voz y el alma.”

En la segunda parte del concierto, la Orquesta Sinfónica de Chile en pleno, bajo la conducción de Thomas Sanderling, brilló una vez más, ahora en la ejecución de la Sinfonía N° 1 en Mi menor, opus 39, del compositor finlandés Jean Sibelius, una obra definida como “de vocabulario armónico con técnica, estilo y carácter temático, en que el autor comprueba el haber llegado a la plena madurez de su creación.

A partir del primer movimiento, en que el bello tema melódico y romántico enlaza las cuerdas -encabezadas por un lucido concertino Héctor Viveros- con maderas y bronces, apareciendo en plenitud, para darle intensidad al conjunto, el percusionista Gerardo Salazar, donde la música va desplegándose con una belleza sin igual, hasta culminar con un andante y allegro molto final, vibrantes y de gran sonoridad.

    visitas

La Orquesta Sinfónica de Chile dirigida por el maestro alemán Thomas Sanderling, junto a la Camerata Vocal de la agrupación conducida por Juan Pablo Villarroel, ofrecieron un programa que incluyó, en sorprendente convivencia, obras de Johann Sebastian Bach y de Jean Sibelius.

Del compositor alemán se presentaron las Cantatas BWV 61 y BWV 104 y de Sibelius, la Sinfonía N°1, en un marcado e interesante contrapunto musical. “Un programa de contrastes que me gustó mucho”, afirmó Sanderling, que se despidió de Chile con una conducción impecable, para una programación muy disímil.

“El poder dirigir a Johann Sebastian Bach es una oportunidad para llenar el alma con la belleza indescriptible de la música”, señaló Juan Pablo Villarroel, director de la agrupación coral. Para la Camerata Vocal de la Universidad de Chile, fue esta una oportunidad para demostrar lo mejor de su estilo y también para “trabajar disfrutando” porque, si algo les gusta a sus integrantes, es interpretar las obras del reconocido compositor alemán, considerado como el más grande de todos los tiempos”.

Así coincidieron en afirmar el director del conjunto y los solistas que intervinieron en la interpretación de las dos cantatas de Bach, la primera para soprano, tenor y barítono y la segunda para tenor y barítono.

Tal como lo expresó Villarroel, la Camerata Vocal confirmó que la agrupación está acostumbrada a interpretar este repertorio y, “aunque Bach es muy difícil, nos sentimos siempre cómodos haciéndolo”.

Como solistas de las Cantatas 61 y 104 hicieron su debut, la soprano Soledad Mayorga, el tenor Felipe Gutiérrez y el barítono Ramiro Maturana, quienes ingresaron hace un año al conjunto, atraídos por su variado y amplio repertorio, destacando la pulcritud de sus interpretaciones y su profesionalismo. Junto a ellos participó también el tenor Felipe Catalán, con una correcta vocalización.

Actuar como solistas en la interpretación de las dos cantatas de Bach fue para todos ellos, “no solamente la oportunidad de demostrar sus cualidades ante el público”, sino también, “la emoción de hacer la maravillosa música de Bach”.

Por su parte, la soprano Soledad Mayorga expresó que “el aria de la Cantata 61 que me tocó en suerte cantar, es una obra preciosa, de una limpieza y una estructura fantásticas, las cuales le dan al solista, la posibilidad de hacer lo que está escrito en la partitura, porque es cristalino, tiene una línea sencilla y es bello en sí mismo. Disfrutar la música, cantar obras de Bach siempre es un privilegio, un desafío para la voz y el alma.”

En la segunda parte del concierto, la Orquesta Sinfónica de Chile en pleno, bajo la conducción de Thomas Sanderling, brilló una vez más, ahora en la ejecución de la Sinfonía N° 1 en Mi menor, opus 39, del compositor finlandés Jean Sibelius, una obra definida como “de vocabulario armónico con técnica, estilo y carácter temático, en que el autor comprueba el haber llegado a la plena madurez de su creación.

A partir del primer movimiento, en que el bello tema melódico y romántico enlaza las cuerdas -encabezadas por un lucido concertino Héctor Viveros- con maderas y bronces, apareciendo en plenitud, para darle intensidad al conjunto, el percusionista Gerardo Salazar, donde la música va desplegándose con una belleza sin igual, hasta culminar con un andante y allegro molto final, vibrantes y de gran sonoridad.