Cada segundo domingo de agosto se celebra en Chile el Día del Niño, fecha que conmemora a los regalones de la casa, quienes ansiosamente esperan recibir algún regalo durante la jornada, pero… ¿cómo procurar que este día no se convierta en un desastre?

Pataletas, berrinches y enojos en casa o en los mismos centros comerciales podrían acompañar su jornada si no sabe cómo decir que no a un pequeño que quiere imperiosamente tener tal o cual juguete, el que tiene su compañerito o simplemente porque el capricho así se lo indica.

Para contextualizar, según lo que la psicóloga de la Universidad Autónoma de Barcelona y especialista en psicología clínica infanto juvenil y psicopediatría, Rosa Jové, señaló al portal de gobierno Chile Crece Contigo “una pataleta no es nada más que un deseo del niño enfrentado al mismo tiempo a un deseo del adulto. Por ejemplo, un niño quiere un caramelo y el padre no se lo quiere dar, porque quiere que el niño coma otra cosa(…)”.

También el psicólogo y diplomado en Atención Primaria y Salud Familiar, Ignacio Utreras, lo explica a BioBioChile: “Las pataletas son parte del proceso de adaptación de los niños, es parte del desarrollo que ellos deben tener, pues es una forma de expresar las emociones de ira, malestar e irritabilidad, y aparecen cuando las necesidades o deseos de éstos no son satisfechos”.

En ese sentido, la psicóloga infanto-juvenil de Cattim, Romina Amigo, aconseja tener ojo en el “modelaje” que hace en sus hijos. “Hay que poner cuidado en el mensaje que se les entrega a los niños, si uno les enseña que ir al mall y comprar es una forma de divertirse, no podemos pedirle al niño que no sea consumista si nosotros lo somos”, sentenció.

Por eso, Utreras pone énfasis en que “en ningún caso los niños tienen la intención de molestar a los adultos con una rabieta, todo pasa porque ellos no tienen las mismas herramientas que los adultos para poder racionalizar, internalizar, modular y/o comunicar sus emociones”.

Es que los niños aprenden todo observando a los adultos, por eso el cuidado debe existir desde la primera infancia, fijando margenes de acción conjunta, “todo es una secuela del comportamiento de los padres”, enfatiza Amigo.

Para enfrentar situaciones de este tipo, se debe usar la contención del pequeño, con un abrazo que logre sacarlo de ese estado. “Si se responde dándole al niño lo que pide, entonces aprenderá que es una forma de obtener lo que desea”, por eso, la psicóloga afirma que la fijación de límites es un derecho para ellos, “la firmeza y el afecto son bases para crear una estructura de cómo desenvolverse frente al niño”.

En esa arista, la coherencia es fundamental. “No podemos decirle a un niño que no grite si le estamos gritando, por ejemplo”.

Asimismo, el especialista en Salud Familiar señala que es esencial mantener la calma y no comunicarse con una una actitud agresiva, de enojo, descontrol o gritos.

Soluciones frente al estímulo material

Respecto a los esperados regalos, Utreras sugiere a los padres “modificar la forma en que compensan a sus hijos, promoviendo regalos tales como: salidas al parque, disfrutar de un día de juegos, preparar la comida que más que les guste o dejar que el niño juegue con su grupo de pares”, explica.

En ese aspecto, asegura que debería reforzar en ellos todos los días ideas como la oportunidad de asistir al colegio, de aprender cosas nuevas, poder ver a sus amigos y compañeros, “ese es un premio para los niños, que no lo internalizamos ni verbalizamos por lo tanto tampoco lo hacemos consciente”.

En esa misma línea, Romina Amigo aconseja siempre destacar lo positivo por sobre lo negativo, y sobre todo la colaboración por sobre la competencia, pues así el niño no tendrá la necesidad de ser mejor que otro, o tener el juguete que otro compañero ya tiene. “Es difícil cuando ya se han cometido errores en ese sentido, por eso es necesario hacerlo desde el desarrollo inicial del niño”, indicó.

La presión social que viven en el colegio también puede jugar en contra, pero esta va a disminuir “cuando los padres dejen de competir y puedan entregar a sus hijos lo que realmente necesitan para el desarrollo de sus habilidades, por ejemplo, ¿es necesario un teléfono inteligente en un niño de 6 años?”, cuestiona Utreras.

A esto agrega que “con todo el dinero que gastamos en comprar “diversión” a nuestros hijos, podríamos pensar que tenemos infantes felices, sin embargo, las patologías en salud mental no dicen lo mismo, si consideramos que en el ámbito psicológico los trastornos emocionales, conductuales o de autolesiones no cesan, siendo otro factor las tasas de obesidad infantil producto del sedentarismo y la mala alimentación”.

La psicóloga infanto-juvenil, añade que a veces es necesario preparar a los niños. “Por ejemplo, si vamos a ir a un supermercado, donde habrá muchos juguetes, podemos decirle: esta vez no podré comprarte nada, quizás la próxima si”.

“La única forma es darles márgenes para que ellos sepan, en todo sentido, qué pueden esperar”, puntualizó la experta.