El gobierno mexicano mostró este martes su “preocupación” por el refuerzo militar fronterizo de 1.000 soldados que el lunes anunció el gobernador de Texas (sur de Estados Unidos) ante la masiva llegada de migrantes menores centroamericanos, muchos de ellos no acompañados.

“El gobierno de México manifiesta su preocupación ante la decisión del gobierno de Texas de asignar un mayor número de agentes estatales a la frontera sur de ese estado”, señaló la cancillería mexicana en un breve posicionamiento enviado a la AFP.

México considera también que el creciente fenómeno migratorio “debe observarse desde una perspectiva regional de largo plazo y basada en los principios de buena vecindad y responsabilidad compartida, adoptados por el gobierno federal de Estados Unidos” que encabeza Barack Obama.

El lunes, el gobernador de Texas, Rick Perry (republicano), anunció el refuerzo militar en su frontera con México por la “falta de acción del gobierno federal” de Obama y “ante la situación que está viviendo Texas” para contener la ola de inmigrantes.

Dentro de un plan llamado “Seguridad Más Fuerte”, el refuerzo de soldados pretende ayudar a los miembros de la Guardia Fronteriza por tierra y aire y también tiene el objetivo de “combatir a los brutales cárteles de la droga mexicanos” que operan en esa zona de la frontera, detalló Perry.

“México reitera que la estrategia para responder de manera efectiva y humana a este fenómeno implica la necesaria corresponsabilidad entre países de origen, tránsito y destino de flujos migratorios”, añadió la cancillería.

Texas ha recibido la mayoría de los 57.000 menores centroamericanos que desde octubre pasado han llegado solos a Estados Unidos después de cruzar de forma clandestina México con el objetivo de dejar atrás la violencia y la pobreza de sus países.

Las autoridades de ese Estado se vieron desbordadas en junio ante el repunte de llegadas, que saturaron los centros de detención y obligaron el traslado de centenares de indocumentados a otras dependencias en el país.

La decisión de Texas se produjo poco antes de que Obama reciba el viernes por primera vez a los presidentes de Guatemala, El Salvador y Honduras en la Casa Blanca, una reunión clave en la que se abordarán las posibles soluciones para paliar la crisis humanitaria desencadenada por la constante llegada de menores.