Una nueva era en los vínculos entre Argentina y China se abrió el viernes al confirmar el presidente chino, Xi Jinping, en Buenos Aires millonarias inversiones en energía hidroeléctrica, industria naval y ferroviaria, con un acuerdo de cooperación para que el país sudamericano construya su cuarta central atómica.

En la primera jornada de una visita de tres días al país Xi firmó con la presidenta Cristina Kirchner 20 convenios, entre ellos uno que crea una “asociación estratégica” bilateral, del tipo de las que Pekín consolidó con naciones emergentes como Brasil.

“Quiero destacar que hemos firmado un acuerdo para elevar el grado de nuestras relaciones para convertirlas en asociación estratégica, junto con inversiones en petróleo, en minería, en el plano nuclear, agrícola y fitosanitario”, dijo Xi en uno de los salones de conferencias de la Casa Rosada (gobierno).

China contribuirá con 4.400 millones de dólares para la instalación de dos represas hidroeléctricas en Santa Cruz (Patagonia, sur) y 2.100 millones de dólares para remodelar un estratégico tren Belgrano de transporte de mercancías, en su mayoría alimentos, además de 423 millones para construir 11 barcos.

“Hoy en el mundo las mejores oportunidades aparecen para los emergentes, como se demostró en la reciente Cumbre del grupo BRICS en Brasilia”, dijo Kirchner, tras recordar los acuerdos de complementación financiera firmados esta semana en una inédita cumbre de líderes de las potencias de ese foro.

China está en plena expansión de sus negocios en Sudamérica y lleva invertidos unos 23.000 millones de dólares en Argentina en hidrocarburos, minería, finanzas y exportación agrícola.

Para Argentina, China es su tercer socio comercial detrás del Mercosur y la Unión Europea, y uno de los principales destinos de sus exportaciones alimenticias, que además son fuente de divisas para las debilitadas arcas del Banco Central cuyas reservas cayeron de 50.000 a 30.000 millones de dólares en los últimos tres años.

Precisamente uno de los entendimientos de Kirchner y Xi consistió en renovar otro de 2009 para fortalecer las reservas del Banco Central con una operación de canje (swap) de monedas, entre yuanes y pesos, por el equivalente de 11.000 millones de dólares.