Argentina atravesará en 15 días la disyuntiva de pagarle mil 330 millones de dólares a fondos especulativos por orden de un juez de Nueva York, a riesgo de enfrentar una ola de multimillonarias querellas o incurrir en una moratoria que puede disparar una crisis financiera.

El gobierno de la presidenta Cristina Fernández quedó entre la espada y la pared, acorralado en un callejón cuya única salida para los analistas es una elegante y secreta negociación con los acreedores litigantes, a los que tilda de “buitres”. De lo contrario entrará en un default una vez más, un golpe duro pero probablemente menos impactante que en 2001.

Si el país sudamericano acata el fallo del juez Thomas Griesa de abonar el 100% en efectivo a los fondos NML, Aurelius y otros, se arriesga a que otros inversionistas que rechazaron la reestructuración de la deuda en los canjes de 2005 y 2010 reclamen el mismo privilegio.

El origen del problema es una cláusula que obliga a extender a todos los acreedores cualquier oferta que mejore la de aquellos canjes que tuvieron quitas de capital de entre 45% y 70%, para sacar a la nación de la colosal moratoria (default) por casi 100 mil millones de dólares declarada en 2001.

La cláusula es conocida por su sigla en inglés Rufo (Rights Upon Future Offers), pero tiene fecha de caducidad el 31 de diciembre, por lo que en enero de 2015 el país tendrá manos libres para pagar como quiera sin obligación de equiparar a nadie.

“Hay abogados que dicen que sí se puede saltar la cláusula y llegar a un arreglo. Hay operadores serios trabajando muy discretamente”, reveló a la AFP Pablo Tigani, director de la consultora Hacer.

MAXI FAILLA / AFP

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Aluvión de demandas

El cúmulo de demandas tendría una primera ola de inversionistas con bonos en mora bajo legislación de Nueva York, por 10 mil millones de dólares.

El segundo tramo de juicios para cobrar el 100% de la deuda lo podría iniciar el 93% de tenedores de títulos que adhirieron a los canjes.

El gobierno calculó que le pueden reclamar hasta 120 mil millones de dólares, cuatro veces más que las reservas que atesora el Banco Central.

“Esto se arregla si el juez impone una medida cautelar (stay) que permita a Argentina pagar a los bonistas reestructurados. Y a los fondos abonarles con bonos en 2015 mediante un acuerdo de caballeros”, dijo a la AFP Soledad Pérez Duhalde, analista de la consultora Abeceb.com.

Si Argentina se rehúsa a pagar el 30 de julio, último vencimiento, los mil 330 millones de dólares a los fondos, tampoco podrá abonar a los bonistas reestructurados, porque así lo dispuso el juez como forma de evitar el desacato.

Se produciría lo que las calificadoras internacionales de riesgo llaman “un default selectivo”, por unos 532 millones de dólares, depositados por Argentina en el Bank of New York a nombre de los bonistas y bloqueados por Griesa.

“Otra opción puede ser que Griesa diga que ‘obliga al país’ a pagar y eso no sería una mejor oferta que dispare la Rufo”, agregó Pérez Duhalde.

Una economía debilitada

Si no paga no sería una moratoria unilateral como en 2001, pero los mercados tiemblan ante un eventual efecto cascada con duros efectos sobre las finanzas.

Cristina Fernández prometió que seguirá cumpliendo religiosamente los pagos de bonos reestructurados, pero no despejó la incertidumbre.

El país acaba de vivir una extraordinaria excitación con su seleccionado que estuvo a un paso de la gloria en el Mundial de Brasil-2014 al caer con honor en la final ante Alemania 1-0.

Los jugadores fueron recibidos como héroes pero el show de la pelota terminó y los argentinos vuelven a la realidad cotidiana de una economía en ligera recesión y una inflación anual que estima superará el 30% anual.

“Es cierto que durante un mes se invirtió el orden de atención, pero no estoy de acuerdo con la idea de que la sociedad se abstrae absolutamente del resto de los temas”, dijo a la AFP el sociólogo Jorge Giacobbe, director de la consultora homónima.

El Día D, entonces, dejó de ser el domingo pasado con la final futbolera en el estadio Maracaná y pasó a ser el 30 de julio, entre la espada y la pared.