Autoridades de Estados Unidos informaron que finalmente fue liberado este martes el periodista filipino indocumentado y activista proinmigrante José Antonio Vargas, ganador de un Pulitzer, horas después de haberlo detenido en el aeropuerto de McAllen, Texas, en la frontera con México.

“Lo hemos liberado”, confirmó a la AFP Omar Zamora, portavoz de la Guardia Fronteriza (CBP, en inglés) en McAllen.

El periodista, que se hizo célebre por revelar su estatus de indocumentado es hoy símbolo del debate migratorio.

Vargas, quien emigró de Filipinas a Estados Unidos con su familia cuando tenía 12 años, fue detenido en Texas (carca de la frontera con México) cuando intentaba tomar un avión luego de dar su apoyo a los refugiados centroamericanos, que son parte de los miles de niños que emigran solos.

Ryan Eller, director de campañas de Define American, había dicho que “el señor Vargas intentó abordar un avión hacia Los Angeles, pero no pudo pasar por la seguridad del aeropuerto”.

Su detención fue criticada por numerosas organizaciones de derechos humanos y el propio Bill de Blasio, alcalde de Nueva York, ciudad de residencia de Vargas.

“Me solidarizo con el periodista y activista José Antonio Vargas”, escribió el alcalde. “Es un hombre ejemplar cuyo incansable trabajo ha ayudado a crear conciencia sobre las vidas de los millones de inmigrantes indocumentados que viven en suelo estadounidense”.

Su detención, prosiguió, “deja en evidencia cómo nuestras autoridades migratorias fracasan en el uso de su discreción al detener a inmigrantes que no representan ningún riesgo para nuestra seguridad”.

El congresista por el estado de Florida Alan Grayson también se solidarizó con el activista, quien ganó en 2008 el premio Pulitzer junto a su equipo del diario Washington Post por la cobertura del tiroteo en Virginia Tech.

“Nadie que se haya criado aquí desde niño debería ser expulsado por no tener documentos”, escribió el representante demócrata.

Sabía que corría un riesgo

Con su viaje, que realizó con el fin de llamar la atención sobre esta tragedia humanitaria en la frontera, Vargas sabía que corría el riesgo de ser arrestado y ulteriormente deportado a un país que desconoce.

“Las únicas identificaciones que tengo para pasar por seguridad: mi pasaporte filipino y la Constitución estadounidense”, fue su último tuit, enviado la mañana de este martes junto a una fotografía de ambos documentos. “No sé lo que va a pasar”, había escrito poco antes.

Define American añadió en un comunicado en Facebook que, cuando el equipo se encontraba en Texas, “se tornó evidente (…) que el fundador de nuestra organización, José Antonio Vargas, no sería capaz de dejar McAllen”.

Esa situación, añadió el comunicado, “es compartida por miles de estadounidenses indocumentados que están ‘atrapados’ en la frontera”, donde los puestos de control fronterizo abundan.

En ese mismo comunicado, Eller reprodujo una declaración de Vargas: “Nuestro país es mejor que esto -más humano, más compasivo- y estamos luchando por un Estados Unidos mejor: un país que amamos pero que todavía no nos reconoce”.

Vargas tenía 12 años cuando, en 1993, su madre lo embarcó en un vuelo desde Manila, Filipinas, para que fuera criado por sus abuelos en California.

Además del Washington Post, Vargas trabajó para otros medios prestigiosos como The San Francisco Chronicle y The Huffington Post, hasta que, en 2011, “salió de las sombras” en un sonado artículo en el New York Times.

Su vida y dificultades son también centro del documental “Documented”, producido y dirigido por él mismo, que se estrenó en junio de este año.