La presidenta del Colegio de Tecnólogos Médicos, Verónica Rosales, expresó que las entidades profesionales de la Salud “nos hemos comprometido a luchar por la restitución de la exclusividad universitaria para todas nuestras carreras”, agregando que “se requiere, con sentido de urgencia, de un marco regulatorio que garantice la calidad de la formación profesional”.

La dirigente enfatizó que estas formulaciones “no las hacemos desde la perspectiva de la exclusión o del menosprecio a quienes estudian en un Instituto Profesional, sino que desde una posición contraria a la generación de profesionales de la salud de primera y segunda categoría”.

Dijo que esto está “avalado por la experiencia de quienes han egresado de institutos profesionales y no pueden optar a las mismas condiciones salariales y laborales que un egresado de una universidad a pesar de que, en teoría, ambos debieran poseer los mismos conocimientos y desempeñar las mismas labores. Tema fundamental cuando está en juego la salud de la población y la fe pública de un país”.

“Estamos conscientes -agregó Rosales – que la restitución de la exclusividad universitaria no asegura en sí misma una formación profesional de calidad, razón por lo que además estamos solicitando la acreditación obligatoria de todas las carreras de salud antes de comenzar a dictarlas”.

La dirigente sostuvo que “conocemos los problemas de acceso a campos clínicos, ausencia de infraestructura e incluso de profesores calificados que hoy afectan a las distintas carreras de salud dictadas en universidades del país”.

Rosales recordó que “a finales de diciembre de 1980 se realizó la más grande de las reformas educacionales que haya sufrido Chile. Un grupo de selectos economistas, post graduados de la Universidad de Chicago, a quienes la prensa denominó como los Chicago Boys construyó las bases ideológicas y legales del modelo neoliberal que se impuso por la fuerza a una sociedad atemorizada. Modelo que aún perdura en nuestro país y constituye la principal causa de que encabecemos la lista de los países con mayores desigualdades del planeta”.

“Bajo este paradigma ideológico -manifestó la dirigente-, se entregó a las municipalidades la gestión de la educación pública, se destruyó el sistema solidario de pensiones (excepto para las fuerzas armadas), se creó las Isapres y se dictó el DFL 1 que dio origen a universidades privadas, centros de formación técnica (CFT) e institutos profesionales (IP). Para que esta reforma surtiera los efectos esperados, es decir, la transformación de la educación desde un derecho social a un bien de consumo, se despojó de la exclusividad universitaria a 48 de las carreras que se dictaban en esos momentos (incluidas las 7 carreras de la salud.) en las universidades y para estimular aún más el ‘negocio’ de la educación superior no se prohibió el lucro en los Centros de Formación Técnica e Institutos Profesionales”.

Agregó que “el año 2005 surge desde el Senado, de acuerdo a una solicitud de los colegios profesionales, un proyecto para restituir el rango universitario, el cual durmió en la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados por 7 años y que el 4 de marzo fue sacado de ese estado por los colegios profesionales, tras arduas reuniones con diputados y jefes de partido. El proyecto salió de la sala de Diputados con una indicación de la UDI, donde excluía a 5 carreras de la exclusividad, entre ellas a Tecnología Médica. Se logró restituir el tema en la Comisión de Educación del Senado y luego en Comisión Mixta, y se está a la espera de las votaciones del Senado y luego de la Cámara de Diputados para que se convierta en nuestra anhelada ley”.

El Colegio de Tecnólogos Médicos manifestó que “Chile tiene una deuda histórica con las carreras de la salud”.