En nuestro país, se ha consolidado la convicción que la derrota de la desigualdad es la tarea de las tareas, con vistas al fortalecimiento de la paz social y, en consecuencia, al robustecimiento de la estabilidad democrática. Por ello, fue posible el acuerdo político en el Congreso Nacional que permite aprobar la Reforma Tributaria propuesta por el actual gobierno, con una base de apoyo amplísima, impensada hasta hace pocos días atrás.

Ganó Chile y se reivindica la política como actividad orientada al bien común y no como simple juego de actores o figuras individuales. El documento suscrito corrige aspectos del planteamiento original sin alterar el fondo del esfuerzo tributario, es decir, recaudar una cifra del orden de los 8200 millones de dólares que hagan posible financiar la reforma educacional, el restablecimiento de la salud pública y otras urgencias de las políticas públicas.

No es correcto afirmar que se desnaturalizó el proyecto original. Los recursos requeridos se obtendrán como se habían solicitado. Lo que pasa es que se género una nueva conciencia frente a las severas consecuencias que tiene para Chile que no se encare oportuna y decisivamente el desafío de la desigualdad.

No obstante, esta voluntad nacional debe enfrentarse con la capacidad de diálogo necesaria, mirando el objetivo a largo plazo, pero con la flexibilidad requerida para hacer avanzar el proceso de reformas hacia los propósitos buscados, evitando que la rigidez o el sectarismo entorpezcan o bloqueen el camino hacia dichas reformas o transformaciones.

La política socialista consiste, precisamente, en contar con la voluntad para actuar con vocación de mayoría y en una viva perseverancia, para lograr hacer madurar objetivos que en sus inicios no son compartidos como la situación amerita.

Hoy hay reforma tributaria por que la lucha contra la desigualdad se instaló muy profundamente en la conciencia nacional.

Recibí injustificados ataques personales ante la distancia que asumí por muestras de soberbia que hubo en este proceso. Por el bien de Chile esas no primaron. Lo que prevaleció fue la voluntad de diálogo.

Ahora vuelvo a reiterar: en democracia hay que saber sumar y no restar. No basta sólo la crítica o la denuncia. El pueblo de Chile nos entregó un mandato mucho mayor; saber gobernar para derrotar la desigualdad. Con la materialización de la reforma tributaria se da un paso de avance decisivo en esa dirección.

Camilo Escalona, presidente del Instituto Igualdad y ex presidente del Senado .