Musulmanes de Mandalay, la segunda ciudad más grande de Birmania, acusaron el sábado a la policía de quedarse impasibles mientras budistas quemaban una escuela y otros edificios durante disturbios.

La violencia se desató, según varios testigos, tras el funeral de un budista de 36 años, víctima del último estallido de disturbios interreligiosos que ha vivido el país.

Una escuela internado ubicada en las afueras de la ciudad en una zona musulmana quedó carbonizada tras los ataques del sábado. “Había más de 70 agentes de policía pero no hicieron nada (…) algunos de los manifestantes llevaban palos, tubos metálicos e incluso espadas”, dijo Win Naing, un musulmán responsable de la escuela que presenció el ataque escondido en la casa de un amigo budista.

“La policía podía haber detenido a la multitud, pero no lo hizo”, dijo Zaw Zaw Latt, un musulmán miembro de un grupo interreligioso de la ciudad.

Si bien la policía no se pronunció con respecto a las críticas, si dio a conocer que al momento del incidente no había ningún niño en la escuela y no se registró ningún herido.

Cabe recordar que al menos 250 personas han muerto en Birmania desde 2012 en diversas oleadas de violencia entre budistas y musulmanes. Estos disturbios han empañado las reformas emprendidas por el gobierno del presidente Thein Sein, que sucedió a la junta militar disuelta en 2011.

El nuevo brote de violencia se inició el martes por la noche cuando centenares de personas atacaron con piedras un comercio musulmán cuyo propietario fue acusado de violación.