Llega el invierno y con él todo el entusiasmo para practicar deportes en la montaña. Claro que como en toda disciplina es muy importante tomar los resguardos necesarios para no sufrir complicaciones.

En el caso de los deportes de montaña, es muy importante tomar ciertas medidas para no sufrir el denominado “mal de altura”, situación que suele ocurrir cuando se está por sobre los 2.500 metros sobre el nivel de mar.

Cabe señalar que el mal de altura suele presentarse con síntomas que van desde un dolor de cabeza hasta náuseas y vómitos.

Es por esto que el cirujano vascular Renato Mertens, del Instituto Vascular de Santiago y que además es aficionado al montañismo, entrega algunos datos para tener en cuenta y evitar problemas en la montaña.

1. El mal de altura clásico no tiene relación con el estado físico, lo que puede desconcertar a muchos y generar falsa confianza en un deportista habitual.

2. Existe una resistencia genética especial a la altura que también se puede obtener mediante el proceso de aclimatación, a través de exposición controlada, progresiva y sostenida a la altura.

3. El síntoma más común es el dolor de cabeza, en casos avanzados pueden aparecer síntomas de edema cerebral franco, con dolor muy intenso, nauseas y vómitos. Además y con menor frecuencia, puede aparecer dificultad respiratoria, tos, expectoración y coloración violácea de las mucosas por falta de oxígeno (cianosis), síntomas del llamado edema pulmonar de altura. Es potencialmente mortal, al igual que el edema cerebral.

4. Existen problemas vasculares relacionados con la exposición al frío de las extremidades, que en ciertos casos pueden llevar a la pérdida de dedos o dejar secuelas dolorosas crónicas.

5. Todos están potencialmente expuestos, incluso el hecho de haber tolerado la altura previamente no garantiza que se está a salvo.

6. Se puede evitar o disminuir el riesgo de sufrir algún problema vascular al subir a la montaña con cuatro consejos simples: Abrigarse, hidratarse, avanzar en la actividad según tolerancia personal y -lo más importante- no negar los síntomas, pues mantenerse en la actividad arriesga la vida propia y también la del grupo, al tener que eventualmente ayudar a bajar en malas condiciones a alguien en mal clima o de noche.

7. Si tiene los síntomas debe bajar de inmediato o recurrir a asistencia médica si se cuenta con ella en el centro invernal, ya que con aporte de oxígeno o algunos medicamentos el problema puede mejorar significativamente.

8. La exposición repetida a la altura ayuda a conocer las limitaciones de cada uno y si son seguidas generan el fenómeno de aclimatación en que el cuerpo mediante diversos mecanismos se adapta a trabajar en un ambiente con menor oxígeno. Sin embargo el éxito previo, no es garantía de éxito permanente.

9. Dejando afuera el riesgo obvio de caídas y traumatismos propios de cada actividad en la montaña, existe una relación directa entre riesgo y altura, mientras mayor sea esta, mayor es el riesgo de desarrollar síntomas del mal de altura.