El juez instructor del caso de presunta corrupción que sacudió a la familia real española mantuvo este miércoles la imputación a la infanta Cristina, abriendo la vía para que sea juzgada, sólo seis días después de la proclamación de su hermano Felipe VI como nuevo rey.

La imputación en diciembre de 2011 del esposo de Cristina, Iñaki Urdangarin, de 46 años, por presunta malversación y después de la infanta, por delito fiscal y blanqueo este enero, provocaron un escándalo que contribuyó a hundir la popularidad del rey Juan Carlos, antes del anuncio de su abdicación el 2 de junio.

Las consecuencias del denominado “caso Noos” son uno de los primeros problemas que debe enfrentar el nuevo monarca, Felipe VI, en el trono desde el 19 de junio.

Alejada como su marido de todas las actividades oficiales de la familia real desde hace dos años y medio, Cristina, de 49 años, no estuvo presente en la proclamación de su hermano menor.

Este miércoles, la Casa del Rey se limitó a expresar su “pleno respeto a las decisiones judiciales”.

“Colaboró activamente”

Cerrando una investigación iniciada en 2010 que el ex jefe de la casa real Rafael Spottorno calificó de “martirio”, el juez José Castro de Palma de Mallorca decidió mantener imputados, entre una quincena de personas, a Urdangarin y Cristina.

El magistrado considera que Cristina “colaboró activamente” con su esposo, sospechoso junto a un ex socio de haber malversado más de seis millones de euros de dinero público mediante el Instituto Noos, una sociedad sin ánimo de lucro, que presidió entre septiembre de 2003 y marzo de 2006.

“Hay sobrados indicios de que Doña Cristina de Borbón y Grecia ha intervenido, de una parte, lucrándose en su propio beneficio y de otra, facilitando los medios para que lo hiciera su marido, mediante la colaboración silenciosa”, escribió en su auto, de 167 páginas.

En su declaración el 8 de febrero, la infanta, que había aparecido serena y sonriente, afirmó no tener “nada que ver” con los negocios de Urdangarin y haber participado en Noos y en la empresa Aizoon, considerada por el juez como una pantalla para el blanqueo, porque su esposo se lo pidió y “confiaba” en él.

Tanto el fiscal anticorrupción de Palma, Pedro Horrach, como el abogado de la infanta, Miquel Roca, anunciaron que recurrirán la decisión de Castro que, de confirmarse, sentaría por primera vez a un miembro de la familia más cercana al rey en el banquillo de los acusados.

“No hay indicio de delito”, aseguró Roca desde Barcelona.

Cristina recibió la noticia “pueden imaginarse, no con satisfacción”, declaró a los periodistas, pero “con la tranquilidad de saber que estamos confiados en que la audiencia va a restablecer la situación”.

Indignación ciudadana

En una España asfixiada por la crisis que ve multiplicarse los escándalos de corrupción, la indignación ciudadana por este caso se había hecho patente en las manifestaciones improvisadas tras el anuncio de la abdicación de Juan Carlos, para pedir un referéndum entre monarquía y república.

Felipe VI, que como príncipe se había mantenido inmune al escándalo, prometió una monarquía “íntegra, honesta y transparente” en su discurso de proclamación.

Está ahora por ver qué impacto tendrá en su popularidad como rey esta nueva decisión judicial.

“Por supuesto que sí, algún daño le hace”, afirmaba su biógrafo José Apezarena. “Es verdad que desde el principio en este asunto (…) él se quitó de en medio, pero es inevitable que la gente piense que es su hermana”, agregaba.

El gobierno conservador de Mariano Rajoy no reaccionó a la decisión del magistrado, pero la satisfacción era evidente en las filas republicanas.

“La justicia empieza a ser igual para todos, gracias a jueces como el juez Castro”, celebró en los pasillos del Congreso de los Diputados el líder de la coalición ecologista-comunista Cayo Lara.

Sin embargo, en la céntrica plaza madrileña de Cibeles, algunos españoles expresaban ya su escepticismo.

“Creo que la deberían juzgar, pero no creo que lo hagan”, decía María Isabel García, de 47 años, empleada de limpieza. “Supongo que sacarán algo donde dirán que por ser la infanta no se la juzgará y se irá de rositas, como siempre”, coincidía Berta Pizarro, una estudiante de 20 años.