Un condenado a muerte fue ejecutado la noche del martes en el estado de Georgia (sureste), en la primera aplicación de la inyección letal en Estados Unidos después de la polémica muerte de un preso en Oklahoma hace siete semanas.

Marcus Wellons, de 58 años y condenado por el asesinato de una adolescente, fue declarado muerto por inyección letal a las 23:56 locales (misma hora en Chile) en Jackson, informó a la AFP una portavoz de las autoridades penitenciarias, Gwendolyn Hogan.

Se trata de la primera ejecución desde la de Clayton Lockett, quien murió tras una larga agonía el 29 de abril en Oklahoma (centro-sur). Desde entonces, las cinco ejecuciones previstas fueron suspendidas.

Lockett murió 43 minutos después de la inyección de un nuevo cóctel letal, frente a los diez minutos que dura habitualmente el proceso. La autopsia reveló que el personal responsable de la ejecución no había conseguido poner la intravenosa y después de varios intentos fallidos, había perforado la vena femoral.

Según Hogan, la aplicación de la inyección a Wellons comenzó a las 22H41 locales, y no se registró ningún incidente durante el procedimiento.

Poco antes la Suprema Corte de Estados Unidos había dado luz verde a la primera ejecución en el país tras la muerte de Lockett.

Se trata de la 21a ejecución en Estados Unidos en 2014, y la segunda en Georgia desde la muerte en 2011 del condenado Troy Davis.

Otra ejecución, la de John Winfield -condenado a muerte por el asesinato de dos mujeres en Misuri (centro)-, está prevista en un plazo de 24 horas a contar desde la 00H00 locales (05H00 GMT) del miércoles. A su vez, una tercera ejecución está programada para el miércoles a las 22H00 GMT en Florida (sudeste).

Procedimiento secreto

Como Oklahoma, Georgia y Misuri cuentan con una ley que mantiene en secreto todo el procedimiento de inyección letal.

Georgia utiliza el anestésico pentobarbital, aparentemente fabricado por una farmacéutica no homologada a nivel federal.

“No tenemos suficiente información acerca de dónde obtienen el pentobarbital, lo cual es un gran problema”, dijo a la AFP la experta Deborah Denno, de la universidad de Fordham. “Ni siquiera sabemos cómo está formado el equipo que realizará la ejecución”, agrega.

A raíz de la decisión de los fabricantes europeos de negarse a vender el pentobarbital a quienes lo adquieren para ejecuciones humanas, los 32 estados de Estados Unidos que aún aplican la pena de muerte tienen dificultades para hallar barbitúricos. Es así que recurren a preparados muy controvertidos disponibles en farmacias, pero no homologados por las autoridades federales.

“Estas tres ejecuciones serán las primeras desde la ejecución desastrosa de Oklahoma que generó repudio”, dijo Richard Dieter, director del Centro de Información sobre la Pena de Muerte.

Sin embargo, “la investigación sobre esta ejecución está lejos de terminar y la evaluación nacional de todos los procedimientos apenas comenzó. Realizar más ejecuciones parece precipitado en tanto no se sabe nada más acerca de qué salió mal en Oklahoma y cómo remediarlo”, dijo a la AFP.

Wellons fue condenado a muerte por el asesinato en 1989 de una adolescente de 15 años, vecina y amiga íntima del hijo de su compañera. La secuestró cuando se dirigía a la escuela, la violó y estranguló con un cable de teléfono, antes de ocultar su cuerpo desnudo y lleno de cicatrices en una zona boscosa cercana.

Winfield, de 43 años y también negro, disparó a su expareja, a quien le causó ceguera, e hirió mortalmente a la hermana y una amiga de la mujer.