-¿Volverás pronto mi amor, verdad?

-Eso no tienes que preguntármelo, la respuesta ya la sabes… por supuesto que volveré por ti; no habrá ninguna distancia lo suficientemente grande para los dos.-

Si… esa fue la respuesta que le di a su pregunta… hace ya 4 años… y hace 3 años, 6 meses y 5 días que no se nada de ella.

Al principio… al principio no fue tan complicado. Hablábamos todos los días, nos enviamos mensajes, hablábamos por Skype… y cada vez que escuchaba su voz, cada vez que veía su rostro por la pantalla hacía que mi corazón saltara de alegría.

Pero de la misma forma, la pena me invadía cuando recordaba que no la tenía cerca y no sabía con certeza cuando estaría nuevamente en mis brazos.

Je… recuerdo un día, un día de esos en los que te da por hacer locuras, en que le envíe por correo una carta gigante; si como del tamaño de un mesa. Jaja, aún recuerdo su cara cuando esta llegó a su casa, esos ojos brillantes eran mi recompensa a cualquier cosa y un “te amo” en mis oídos podía contra todo… o al menos eso pensaba.

Los días se transformaron en semanas y las semanas en meses y de a poco… de a poco la tristeza empezaba a superar a las alegrías. Comenzábamos a discutir, nuestros días nunca calzaban para vernos y todo comenzó a desmoronarse lentamente, al igual que un hombre herido que se desangra en la calle.

Y un día invierno llegó ese maldito mensaje a mi celular “tenemos que hablar”… fue la última conversación que tuvimos por cámara, fue la última vez que vi su rostro. Ambos lloramos, ambos nos disculpamos pero sabíamos que así no íbamos a poder seguir; ya lo estábamos pasando mas mal que bien y esta distancia maldita que nos separaba no iba a ser posible de romper en muchos años… dijimos que seguiríamos siendo amigos y de verdad lo intentamos… pero no hubo caso.

La primera vez que me contó que estaba viendo a alguien enloquecí de celos. Yo no había estado con nadie en los 3 meses que ya habían pasado desde que habíamos terminado y fue una verdadera puñalada para mi en ese momento… ahora lo pienso mejor y me porté como un idiota, no tenía derecho a nada pero en este instante me creí con derecho a todo.

Discutimos… no,miento, no hubo discusión; solo palabras horribles de mi parte… ella sólo escuchaba y no decía nada.

Luego de eso… varios días después me disculpé pero… pero ya todo era distinto, esa hermosa confianza que teníamos, ese cariño que nos profesábamos se había roto en mil pedazos al igual que un vaso contra el cemento y no había forma de repararlo.

Empezamos a hablar cada vez con más separación y menos tiempo, al cabo de unas semanas sólo lo hacíamos por Facebook y luego de unos meses uno que otro mensaje en Twitter… luego habría solo silencio y un montón de dudas sin responder.

¿Hubiera podido terminar bien esto si hubiésemos sido vecinos? ¿Estaríamos aún juntos y sin dejar de reír por cualquier cosa? No lo se… en verdad no lo se, pero me gusta imaginar que sí.

Ya han pasado 3 años, 6 meses y 5 días desde la última vez que vi su rostro… y no lo niego, ahora soy feliz: Tengo una polola hermosa y que amo con todo mi corazón, amigos que están junto a mi, una bella familia y un excelente trabajo. Pero algunas noches, me preparo una tazón de café sin azúcar (siempre lo tomábamos), salgo a la terraza del departamento cuando todos duermen y me quedo mirando las estrellas, incluso por horas y pienso ¿Estará viendo lo mismo que yo en este momento? ¿Estará bien? ¿Pensará en mi?…

Ya han pasado 3 años, 6 meses y 5 días desde la última vez que vi su rostro… y no, no lamento nada de lo que pasó entre nosotros; excepto por una sola cosa: De haber sabido que ese beso en el terminal de buses sería el último que le daría… hubiera sido mucho, mucho más largo.

Jorge Leal
Historia parte del proyecto colaborativo CuentaFotos, basado en fotografías de momentos.