¿Te has preguntado por qué te gustan los hombres, las mujeres o ambos al mismo tiempo? La construcción de la sexualidad a veces se aleja completamente de lo que tenemos interiorizado o de lo que nos han inculcado, y se acerca más a cómo nuestros génes influyen en la manera que vemos a los demás.

En la década del ’90, el investigador Dean Hamer encontró varios hermanos abiertamente gays que compartían una pequeña parte en el cromosoma X, lo que llevó a que éste propusiera la existencia de un cromosoma homosexual.

Sin duda, para la época las palabras de Hamer fueron totalmente controversistas, ya que atentaba contra el pensamiento de la época que postulaba que ser homosexual era un “estilo de vida” y no tenía nada que ver con la genética.

Si bien algunos estudios -como el publicado por la revista Science- no han encontrado evidencia tan potente, otras investigaciones llegaron a encontrar una similitud entre otros tres cromosomas, según escribió Jenny Graves, distinguida profesora de genética de La Trobe University, en un extenso análisis en el diario estadounidense Washington Post.

En 2014, un estudio mucho más grande detectó -en hermanos gays- otro gen homosexual ubicado en el cromosoma 8. Lo que nuevamente generó controversia entre las comunidades LGBTI.

La interrogante es la siguiente: ¿Por qué genera polémica la existencia de un gen que influye en la orientación sexual? En el reino animal pasa mucho, incluso las variantes genéticas hacen que desde moscas hasta todo tipo de mamíferos se sientan atraídos por otros de su mismo sexo y que, además, lleguen a cambiarlo.

Al principio se tenía conocimiento de que algunos pingüinos, moscas de la fruta y chimpancés eran los únicos que mostraban conductas gays, pero gracias a diversas investigaciones se llegó a la conclusión de que en todos los animales hay homosexuales.

Así es, científicos de la Universidad de California investigaron las conductas sexuales de los animales y descubrieron en mamíferos, aves, anfibios, insectos, incluso en arácnidos, tendencias homosexuales marcadas, según la BBC.

Sin embargo, la mosca de la fruta no posee un gen que le permite distinguir entre machos y hembras.

Por otro lado, el pez payaso -también conocido como “Nemo” por la aclamada película de Disney- cambia de sexo. Cuando la hembra muere, el macho se transforma biológicamente en una, según Nathional Geographic.

El pez tordo limpiador, es otra especie que modifica su sexo, al revés del pez payaso, aquí es la hembra quien muta su cuerpo a pocos días de morir el macho, al igual que el pez loro, el caracol marino y las estrellas de mar. Incluso, existe una especie que para maximizar la reproducción de su especie, pez halcón, cambia de sexo constantemente, según el de sus compañeros marinos más cercanos.

Los genes son parte importante de cómo se vive la sexualidad, que influye en el desarrollo del género de los humanos y la manera en que vemos a las demás personas.

Elvert Barnes (CC)

Elvert Barnes (CC)

Estas similitudes en los cromosomas X llegan a ser una paradoja: ¿Cómo puede persistir un gen homosexual si los gay no se reproducen con la misma frecuencia que los heterosexuales?

Esto, hasta el momento, sigue siendo un misterio para la ciencia. Sin embargo, hay distintas teorías al respecto, investigadas más en hombres gay que en mujeres lesbianas.

Los especialistas explican que serían los heterosexuales quienes pasarían el gen. “Sabemos que a las mujeres les tienden a gustar características de comportamiento y faciales más femeninas en sus hombres y eso podría asociarse a cuestiones como la capacidad de crianza de los hijos o mayor empatía” explica uno de los científicos a la BBC.

A pesar de que existen grupos que afirman que la homosexualidad es una “construcción social”, desde el punto de vista de la ciencia ésto carece de perspectiva, ya que la biología ha demostrado ser más “certera y consistente”.