En época futbolera está autorizado comparar por ejemplo el desempeño político con lo que sucede en la cancha. Por ello al analizar el despliegue que ha tenido el vocero de Gobierno Álvaro Elizalde queda un cierto sabor a que aún está en duda su capacidad como arquero de La Moneda.

Y los datos son elocuentes. Un larga lista de vocerías en que salvo comunicar o confirmar anuncios puntuales sobre políticas públicas, su rol en defender la gestión, se limita a frases memorizadas y sin enfrentar con fuerza las críticas desde su propio sector.

Esto genera la conclusión de que el vocero Elizalde no es un buen arquero, ya que casos como los polémicos dichos y agenda del intendente de la Araucanía, una declaración ambigua generó que el ministro del Interior tenga que aclararla de forma precisa.