En la reedición de la final del año pasado, el español Rafael Nadal, número uno mundial y defensor del título, ganó este miércoles a su compatriota David Ferrer (N.5) en cuatro mangas por 4-6, 6-4, 6-0 y 6-1, logrando así el pase a semifinales de Roland Garros.

Nadal, que el martes cumplió 28 años, no falló en el 28º partido que le enfrentaba a Ferrer para ampliar su balance favorable a 22 victorias, 18 de ellas en tierra batida.

Jugará por un puesto en la final con el vencedor del duelo entre el francés Gael Monfils (N.25) y el escocés Andy Murray (N.7).

Tras un primer set en el que se vio a un Nadal desconocido, cometiendo constantes errores y sin frescura física, el ganador de ocho Roland Garros en nueve participaciones tomó velocidad en el segundo y terminó por encontrar su ritmo para arrasar en el tercero y el cuarto.

Con una rotura por bando, la igualdad en el marcador fue la tónica del primer set pero a nivel de sensaciones Ferrer se mostraba más sólido, con más golpes ganadores y menos errores, ante un Nadal que resistía como podía.

El alicantino, cada vez más cómodo en la pista, consiguió hacer la diferencia al culminar su segundo ‘break’ de la tarde con un fenomenal paralelo cuando Nadal había subido a la red y así llevarse la primera manga, la primera que perdía el mallorquín en esta edición de Roland Garros.

El rey estaba contra las cuerdas, Ferrer jugaba con un punto más de intensidad, potencia, frescura de piernas y sus golpes hacían más daño.

Nadal, un frontón infranqueable durante casi una década en París, regalaba puntos con errores nunca antes vistos en el mallorquín en la tierra de la capital francesa.

Pero uno de los bastiones en los que se ha forjado la leyenda de Nadal en el tenis con sólo 28 años es el instinto de supervivencia. Ese que le hace ganar sin necesariamente ser el mejor y resistir donde otros se dejan ir.

Así se llevó la segunda manga. Un ‘break’ para 2-1 y una férrea defensa de su ventaja le bastó para igualar el partido.

A partir de entonces Ferrer empezó a dudar, a fallar donde antes encontraba líneas y Nadal, sin los errores que le lastraron al comienzo, ganó los tres juegos inaugurales de la tercera manga para no bajar el ritmo hasta lograr un set en blanco.

El partido había cambiado por completo, Nadal había ganado la guerra psicológica y Ferrer se había venido abajo. El mallorquín encontró la velocidad de crucero y ganó nueve juegos consecutivos para encaminarse hacia la victoria.

Nadal suma así 33 triunfos consecutivos en París, desde que perdiera ante el sueco Robin Soderling en 2009, en una tarde en la que le lastraron los problemas físicos, para un balance total de 64 victorias en 65 partidos en la capital francesa.