No es fácil encontrar un libro tan bien escrito, y eso ya es un placer. No siendo necesariamente fluido, el libro La edad del perro, del escritor, poeta, crítico y periodista Leonardo Sanhueza está narrado desde un niño de 9 – 10 años que vive con su madre y sus abuelos paternos (él un carabinero en retiro) en Temuco, en los años 1983 y 1984. Y es tan fácil al leerlo sentirse y añorar esos inviernos de Temuco… que es un verdadero regalo.

Cargado de detalles plenos de humanidad, de una sensibilidad fina, que nos van dando una doble lectura de un mundo cotidiano, íntimo, introvertido por un lado y, por otro, lo que pasa en el entorno, en el “realidad” de esos años, marcados por la crisis económica, la Dictadura.

La edad del perro es de esos libros que perdurarán –pero que no serán bestseller-. No es pretencioso y no le sobran páginas, frases, palabras y tiene la gran virtud de meternos en la cabeza, en el alma de ese niño (a pesar del lenguaje adulto que usa Leonardo Sanhueza), haciéndonos ver desde otra perspectiva ese mundo adulto y, a muchos posiblemente, recordándonos a su vez nuestra propia infancia.

El libro de Sanhueza tiene otra gran virtud: sucede en Temuco y, por sus descripciones de la lluvia, de los vientos, del cielo y tantos otros detalles, me parece evidente que es ahí y no en otra parte (Los Ángeles o Chillán,por ejemplo) así como después describe a Concepción (San Pedro de la Paz en realidad) y no otra ciudad. En otras palabras, el autor tiene una sensibilidad notable para captar y transmitir los entornos. Tan bien como lo hace con los pensamientos y sentimientos de su personaje.

Lo único que cambiaría -algo subjetivo y personal- es la portada, que no me vincula ni con el texto ni con Temuco.

Introvertido, sensible, lluvioso, cargado de melancolía y muy, pero muy sureño. Un gran libro.