Las familias de 33 niños calcinados en un bus en el norte de Colombia enfrentan el martes el tortuoso proceso de identificación genética de los cuerpos, que podría tardar hasta 10 días, mientras el gobierno anunció tres días de duelo.

La mayoría de los cuerpos -con edades entre tres y 12 años- fueron trasladados de la localidad de Fundación, donde ocurrió el accidente el domingo, hasta el Instituto de Medicina Legal de la caribeña ciudad de Barranquilla, donde padres y familiares intentaban colaborar en su identificación.

“De los 31 cuerpos que llegaron a la ciudad de Barranquilla (…) hay 27 casos en los cuales ya se terminaron los procesos de necropsia y estamos en los procesos de identificación, que se harán en su totalidad por cotejo genético” que puede demorar unos diez días, dijo en rueda de prensa el director regional de Medicina Legal, Carlos Murillo.

“Está dispuesto un equipo de genetistas para recibir las muestras tomadas a los cuerpos y tomadas a los familiares y se les dará toda prioridad a estos casos”, aseguró Murillo. Para facilitar el proceso, los familiares llevan prendas o entrega señales particulares para identificar a sus hijos.

De los más de 20 menores que resultaron inicialmente heridos y llevados a centros hospitalarios, 13 aún permanecen internados, algunos de gravedad y con severas quemaduras.

Los familiares de los niños muertos, que el domingo regresaban en el bus a sus casas de un servicio religioso cuando ocurrió el accidente, reciben a su vez acompañamiento psicológico para atender su angustia y desconsuelo.

Como el proceso de identificación será demorado por el estado de carbonización de los cadáveres, las autoridades organizan la entrega simbólica de bóvedas individuales a los familiares para que se realice una ceremonia funeraria colectiva. Luego, a medida que se identifiquen genéticamente los cuerpos, en las bóvedas serán colocados los restos de cada niño.

La ceremonia colectiva probablemente tome lugar en Fundación, la pequeña localidad donde ocurrió la tragedia y que hoy se encuentra sumida en el dolor y recuerda a las víctimas con pequeños homenajes: las cruces de bambú levantadas en la vía donde se quemó el bus o el cartel con los rostros de los pequeños colocado en la entrada del pueblo.

DECRETO DE DUELO

Este martes, el gobierno colombiano decretó tres días de duelo por la tragedia en la que murieron los niños y ordenó que las banderas permanezcan izadas a media asta “en solidaridad con el luto de sus familias y amigos”.

También el papa Francisco envió un telegrama de pésame a los familiares de los pequeños, en el que dijo estar “hondamente apenado” por la tragedia, informó el Vaticano.

El presidente Juan Manuel Santos, que acudió al lugar del accidente el domingo por la noche para reconfortar a las familias, a las que les que prometió justicia, pidió también el lunes a sus subalternos adelantar medidas para incrementar el control estatal sobre la circulación de vehículos de transporte.

Esto, luego de que el lunes se estableciera que el bus en que viajaban los menores circulaba de forma ilegal y sobrecargado.

La Fiscalía imputará por “homicidio culposo agravado” al chofer del vehículo, Jaime Gutiérrez, de 56 años, quien carecía de licencia para conducir, así como a Manuel Ibarra, miembro de la iglesia evangélica a la que asistían los niños y quien contrató el bus.

Las primeras hipótesis apuntan a que el accidente fue generado por una imprudencia del conductor, quien al parecer manipuló un recipiente de gasolina para encender el vehículo varado.

El ministro de Salud, Alejandro Gaviria, informó que los gastos de hospitalización de los menores heridos en el accidente serán cubiertos por el Estado.

Mientras que las familias de los niños fallecidos recibirán 12,3 millones de pesos (unos 6.200 dólares) de indemnización por cada uno, además de otros 3 millones de pesos (1.500 dólares) por gastos funerarios.