Aunque a algunas personas sobre los 60 años de edad, les resulte difícil asumir que lo mejor es tener a un médico geriatra de cabecera, ésta es la oportunidad de cuidarse para vivir un envejecimiento exitoso.

“Yo no estoy para ir a geriatra todavía, pues doctor…”, dice don Gustavo, un hombre de 70 años que se aprecia de tener buena salud, luego de hacerme una pregunta de pasillo acerca de si hacerse o no un chequeo preventivo.

Y es que hoy en día, enfrentarse a decidir si un “médico de viejos” será mi tratante, es una disyuntiva compleja, porque la sociedad ve al envejecimiento como una realidad de la cual se debe escapar con fórmulas que prometen desaparecer las arrugas, hacernos ver activos y donde nos han intentado hacer creer que la juventud es la única que goza de los placeres de la vida, señala.

Probablemente don Gustavo tiene razón. No es sólo la edad lo que debe motivar a ver un geriatra, pero él ha sido víctima de los prejuicios infundados que existen con respecto a nuestra especialidad, ya que muchos creen que se debe estar muy deteriorado funcionalmente para ir a ver al especialista en geriatría.

Hoy no envejecemos como hace años atrás. Las personas no se limitan a estereotipos de lo que un adulto mayor podía o no hacer en el pasado, y entienden que las limitaciones han sido más bien impuestas que reales.

Hoy las personas mayores participan en una maratón, disfrutan su sexualidad activamente, hacen negocios, trabajan, dedican tiempo a la creación artística, hacen yoga, y esto es precisamente lo que debe motivar ir ver un geriatra; es decir, cómo implementar en conjunto, para cada persona (como un traje hecho a medida), las condiciones necesarias para tener un envejecimiento exitoso.

Rowe y Khan publicaron los tres pilares para envejecer con éxito: Tener una baja carga de enfermedad y discapacidad, alto nivel de funcionalidad física y mental, y un alto compromiso con la vida. La visita al geriatra se basa en estos principios, ya que es un médico que conoce el proceso del envejecimiento normal y es capaz de discernir entre éste y
la enfermedad.

Por ejemplo, muchas veces las personas consideran normal y propio del paso de los años el hecho de tener incontinencia urinaria, perder la memoria o sentir dolor, y el geriatra es el encargado de romper con esa teoría llamada “viejismo” o ageísmo, que es la creencia de que todo se explica por la edad, y que muchos médicos de manera simplista y por desconocimiento, perpetúan con frases tan nocivas como: “¡Y qué más puede pedir a su edad!”, “a su edad a todos les pasa”, “esto es por los años”, etc.

Otros motivos por los cuales un paciente debería consultar a un geriatra son: Incontinencia fecal y urinaria, caídas, inmovilidad, reacciones adversas a medicamentos, y los trastornos de memoria, de la marcha y el equilibrio, del ánimo, del sueño, de la vida sexual, entre otros.

Además, cuando un paciente se “fragiliza” y pierde funcionalidad, dejando de hacer las actividades de la vida diaria, es otra causa por la cual consultar a un geriatra, pues él está en condiciones inmejorables de atender dichas situaciones de fragilidad, como las enfermedades que reducen la masa muscular o que afectan la masa ósea en el adulto mayor.

En tanto, los problemas de salud mental más frecuentes, como depresión, ansiedad y especialmente las demencias, que son enfermedades que afectan al paciente y a sus cuidadores, pueden ser evaluados y tratados por el geriatra quien cuenta con los conocimientos necesarios.

En síntesis, el geriatra es, por excelencia, el médico de cabecera de la persona mayor, y es capaz de solucionar más del 80% de los problemas de sus pacientes.

Al conocerlos bien, así como a su entorno, puede ayudar a tomar decisiones de mejor manera que alguien que ve sólo el corazón, el hígado o las glándulas de un paciente mayor. Y el paciente tiene a quien recurrir en caso de dudas o complicaciones, tanto fuera como dentro de un hospital, ya que el geriatra posee formación sólida en ambos escenarios.

La consulta al geriatra se recomienda desde los 60 años. Un caso interesante, es el de la famosa banda británica de rock and roll “The Rolling Stones”, quienes en el año 2006 -para su gira nórdica-, eligieron a un geriatra como su médico de cabecera.

En ese momento sus cuatro integrantes alcanzaban en promedio los 62 años (Mick Jagger, con 63 años, Keith Richards, 62; Ron Wood, 59, y Charlie Watts, 65), y tenían variados problemas de salud, pero también el firme deseo de mantenerse siempre muy activos, dado a su dinámico y exigente trabajo.

La visita al geriatra es una oportunidad de cuidarse para lograr un envejecimiento exitoso. La edad, nuevamente, no es lo más importante, pero tener la opción de tratarse a tiempo y prevenir complicaciones, puede ser la clave para vivir más independientes y felices con el paso de los años.