Brasilia, la capital del país del fútbol, vive una curiosa paradoja: sus principales equipos están en la cuarta división, pero tienen el estadio más caro del Mundial, que sus hinchas se esfuerzan por llenar.

Fundada en 1960 como la capital de la mayor economía de América Latina, Brasilia, de 2,7 millones de habitantes, es una ciudad construida para ser sede administrativa, donde la mayoría de sus habitantes vienen desde otras partes del país para trabajar en ministerios e instituciones.

Así, no cuenta con generaciones hinchando por un club como ocurre en Sao Paulo con el Corinthians o Palmeiras o con el Flamengo o el Botafogo en Río de Janeiro.

“Brasilia es una ciudad nueva. La población siempre apoya clubes de afuera y eso dificulta el crecimiento de una hinchada local”, dijo a la AFP Regis Carvalho, gerente deportivo del Brasilia F.C. de la cuarta división.

Se trata del club ocho veces campeón en la ciudad del mismo nombre, y se prepara para buscar su novena estrella a mediados de mes.

Si gana, superará al Brasiliense F.C., otro club de cuarta donde milita Romarinho, hijo del excrack y hoy diputado Romario.

- El estadio más caro -

Si bien estos clubes no compiten en primera, por lo menos tienen la posibilidad de disputar muchos torneos internos. Recientemente, el Brasilia F.C. ganó el torneo Copa Verde que les da un cupo en la Copa Sudamericana.

Fue en el Mané Garrincha, ante 40.000 personas. Eso sí, las entradas se vendían a partir de un real (0,44 centavos de dólar).

El estadio mundialista tiene capacidad para 72.000 espectadores. Costó unos 600 millones de dólares, la sede más cara de la Copa del Mundo, y que especialistas creen que se convertiría en un “elefante blanco” tras el torneo.

Al respecto, el gobierno indica que los estadios pueden recibir conciertos o ser sede de distintos encuentros.

- El fútbol es del pueblo -

Tras la construcción de Brasilia, los ‘Candangos’ -como se denominaba a los obreros que trabajaron en ella- se establecieron en la periferia del DF, creando ciudades satélites.

Y como donde hay un brasileño hay fútbol, y para el fútbol sólo se necesita una pelota y los pies, los equipos locales nacieron.

“Son en estas ciudades satélites que están apartadas del centro, las de los operarios, donde surge el fútbol”, comenta Alves.

“No tenemos el formato de los clubes europeos históricos. Brasilia es nueva, con personas de limitada condición económica, personas que sobreviven y que hinchan con mucha dificultad”, explica.

Los jugadores se entregan, pese a las limitaciones. “Gama fue un equipo de tradición en Brasilia. Da pena que no estemos en primera división. Nos falta un poco más de infraestructura e inversión”, dice el mediocampista Wellington Lopes.