Los estudios señalan que las mujeres demoran más en quedarse dormidas, sienten más somnolencia, tienen mayor riesgo de insomnio y pasan más tiempo en sueño profundo, en comparación con los hombres.

La Society for Women’s Health Research de Estados Unidos (Sociedad para la Investigación de la Salud de la Mujer, SWHR), señala que estas diferencias pueden afectar el tratamiento de las féminas con trastornos del sueño. Por ejemplo, indican que gran parte de la literatura médica sobre la apnea del sueño se enfoca en la enfermedad desde el punto de vista de un hombre.

Así lo afirma la directora de programas científicos de SWHR, Monica Mallampalli, quien señala que junto con la vicepresidente de asuntos científicos de la misma entidad, Christine Carter, reunieron una mesa de discusión entre algunos de los expertos más importantes en la investigación del sueño de las mujeres, incluyendo a Susan Redline, de la Escuela de Medicina de Harvard, y a Maurice M. Ohayon, de la Universidad de Stanford.

Las conclusiones fueron compiladas en un informe breve presentado en la Reunión Anual de la Organización para el Estudio de las Diferencias de Sexo en Minneapolis e hicieron un reporte completo para Journal for Women’s Health.

Según Mallampalli, los cambios hormonales parecen jugar un papel importante en algunos de los principales trastornos del sueño en las féminas. “Las mujeres tienen un mayor riesgo de insomnio cuando aparece la menstruación y también durante la menopausia”, dice la experta.

El síndrome de piernas inquietas es más común en las mujeres embarazadas que en los hombres o aquellas que nunca han tenido hijos, afirma la especialista. No se ha podido establecer la causa de esta relación entre las hormonas y el sueño, pero es “algo que es muy popular en estos momentos en el campo del sueño”.

Mallampalli dice que las mujeres están sufriendo trastornos de sueño, pero cuando se les aplica test comunes, muchas veces no se encuentra el problema. Esto no ocurre con los hombres, según la especialista, por lo que “tal vez no tenemos las herramientas adecuadas para tratar a las mujeres”, enfatiza.

“Es posible que ni siquiera estés realmente diagnosticando a las mujeres porque las preguntas no son probablemente siquiera relevantes”, afirma en torno a las típicas pruebas para determinar enfermedades relacionadas con el dormir.

Un ejemplo es la apnea del sueño, los hombres con esta enfermedad son propensos a informar de ronquidos, resoplidos o despertar sin aliento. En cambio, las mujeres son más propensas a informar fatiga, depresión y sueño no reconfortante.

Carter dice que se deben hacer más estudios con tecnologías específicas para cada sexo, además de cuestionarios y herramientas clínicas determinadas para cada uno. Pero aún falta mucho por indagar al respecto.