Un submarinista murió este martes mientras trabajaba entre los restos del ferry surcoreano naufragado el pasado 16 de abril, causando más de 300 muertos, en una tragedia que se debió a una acumulación de negligencias según los primeros antecedentes de la investigación.

El hombre, de 53 años, empezó a respirar con dificultad a 25 metros de profundidad, explicó a la prensa el portavoz de los guardacostas. Luego perdió el conocimiento y fue evacuado, pero falleció poco después en el hospital.

Una decena de submarinistas que participan en las labores de recuperación de cadáveres en los restos del “Sewol”, a unos 40 metros de profundidad, han sufrido accidentes de descompresión.

El ferry, de 6.825 toneladas, naufragó cerca de la costa meridional de Corea del Sur con 476 personas a bordo, entre ellas 325 alumnos de una escuela de secundaria dejando como saldo a 263 muertos y 39 desaparecidos.

La presidenta Park Geun-hye denunció este martes “las conductas irresponsables” que, según ella, llevaron al accidente.

“El afán de lucro primó sobre las reglas de seguridad y estas conductas irresponsables condujeron a la pérdida de vidas valiosas”, declaró antes de prometer “castigos severos” para los culpables.

Los 15 tripulantes supervivientes fueron detenidos por haber abandonado el barco a pesar de que centenares de pasajeros seguían atrapados en él.

Los fiscales encargados de la investigación también detuvieron a tres altos ejecutivos de la compañía de ferry Chonghaejin Marine Co, que deberán responder por el exceso de carga del barco, lo que podría explicar su repentino vuelco.

Según la agencia de prensa Yonhap, que cita a los investigadores, el ferry sólo llevaba 580 toneladas de lastre, apenas 40% de lo que manda el reglamento, para poder llevar más carga.

El equilibrio del ferry había empeorado también con el añadido ilegal de cabinas en varios puentes en 2012. Los investigadores establecieron por otro lado que la tripulación esperó 40 minutos antes de alertar a los pasajeros del riesgo de vuelco.

Por último, según el diario Hankyoreh Shinmun, los procedimientos de control de las reglas de seguridad marítimas siguieron siendo insuficientes incluso después del naufragio de un ferry sobrecargado en 1993, que se cobró 292 vidas.