Es probable que la mayoría crea que la respuesta a esta pregunta es obvia y que ser optimista, es mejor. Pero si bien esta última actitud tiene sus ventajas, ser pesimista también las tiene.

De acuerdo al portal de noticias de salud Medical Daily, la forma en que anticipamos nuestro futuro y vemos el mundo que nos rodea, puede tener un impacto en nuestra salud. En este sentido, el optimismo y el pesimismo pueden afectar a nuestro bienestar físico y mental.

¿Es una mejor que la otra? La verdad es que no hay una respuesta concreta para ello. Mientras algunos estudios señalan que el optimismo hace vivir más años, otros han señalado exactamente lo contrario porque el pesimismo preserva la salud.

Por ejemplo, una investigación titulada Women’s Health Initiative, determinó que las personas optimistas tenían un 30% menos probabilidades de desarrollar enfermedades cardíacas tras analizar a 97.253 mujeres mayores de 50 años. El mismo sondeo encontró que también eran 14% menos propensas que sus contrapartes pesimistas a morir por cualquier causa. Sin embargo , los autores señalaron que podría haber sido debido al estilo de vida general de las personas alegres, quienes suelen hacer más ejercicio, ser más activas, y tener fuertes lazos con sus grupos sociales.

“Las personas optimistas parecen buscar consejo médico y seguirlos”, señaló Hilary Tindle, una de las autoras del estudio. “Ellas (también) tienen buenas redes sociales y relaciones sociales fuertes”, que son los mecanismos de afrontamiento del estrés, añadió.

Sin embargo, otros estudios, como el publicado en American Psychological Asociation, han argumentado que las personas más realistas, se preparan mejor para los desafíos de la vida, lo que reduce la ansiedad y la incertidumbre.

Al respecto, otra investigación de las universidades de Northwestern y otro de la U. de St. Thomas -ambas de Estados Unidos- determinaron que habían ventajas tanto de ser optimista como pesimista. “Se cree que ambos sesgos son potencialmente funcionales”, escribieron los autores.

Los investigadores también observaron que la gente realmente varía entre las dos formas de ver la vida con el fin de sacar provecho de ambos. Las personas que estaban principalmente preocupadas por el crecimiento o el progreso tendieron a manifestar una visión optimista, mientras que quienes tenían inquietudes relacionadas con la protección y la seguridad -o prevenir resultados negativos- se centraron más en las potenciales caídas y el pesimismo, con el fin de mejorar el rendimiento.

Aquellos que se preocupan por las eventuales adversidades en un proyecto, tienden a manejar la crítica mucho mejor que los que tienen una visión positiva. Los pesimistas están siempre buscando identificar los baches o errores en una línea de pensamiento, para poder mejorarlos.

Sin embargo, los optimistas podría sacar provecho en situaciones en que se requiere ser persistente y no rendirse, incluso cuando se enfrentan a dificultades extremas, ya que centrarse sólo en lo que puede salir mal, bloquea el objetivo final.

Cabe destacar que en realidad nadie es totalmente pesimista u optimista. Los estudios han demostrado que elegimos qué perspectiva asumir dependiendo de cuál funciona mejor en cada situación.