Hace unos días varios usuarios se sorprendían con la actitud que tuvo un periodista mexicano, quien en vivo en su programa de televisión, advertía de la activación de una “alerta sísmica”.

El video fue tendencia y marcó la cobertura al terremoto de 7.2 grados, ocurrido el pasado viernes 18 de abril, el cual tuvo su epicentro frente a las costas del estado de Guerrero, siendo percibido con fuerza en Ciudad de México, capital de ese país.

Pero lejos de la memorable escena, llama la atención el tipo de tecnología que maneja México, que le permite prepararse para la llegada de un terremoto, como fue el que les afectó el pasado viernes santo.

Se trata del Sistema de Alerta Sísmico Mexicano (Sasmex), que desde comienzos de la década de los ’90 (pensado tras el terremoto del ’85) ha venido funcionando para la Ciudad de México, tendiendo actualmente cobertura en otros estados como Oaxaca, bajo la administración del Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (Cires).

En un comienzo, el sistema funcionaba con 12 estaciones repartidas frente a Guerrero, pero en 2004 se invirtió en equipos y en la unificación de los servicios y lectores sismográficos, que permitieron dar advertencias similares no sólo a la capital (alejada de la costa), sino que también a las ciudades de Acapulco, Chilpancingo y Toluca, en un rango de aviso previo de 30 a 60 segundos, según indica Sasmex en su web oficial.

Pero este sistema no es único en el mundo. Japón también cuenta con una tecnología similar, bautizada como EWW, que advierte de la ocurrencia de un sismo en los próximos segundos.

En este caso, es la Agencia Meteorológica de Japón (JMA, por sus siglas en inglés) la encargada de activar la alerta que -al igual a México- llega por radio y TV, permitiendo que sus habitantes se preparen para el movimiento.

Ambos sistemas se logran gracias a la lectura de una de las tres ondas que genera todo sismo y que es detectada primeramente por los instrumentos, ya que se desplaza más rápido por la Tierra: la denonimada onda P.

El sistema de alarma temprana de sismos de Japón se activa cuando dos o más sismográfos detectan las ondas P (primarias) de un sismo; la Agencia Meteorológica de Japón inmediatamente analiza las lecturas y distribuye la información a los usuarios avanzados, tales como estaciones de radiodifusión y las empresas de telefonía móvil, antes de la llegada de las ondas S (secundarias)”.

Cabe destacar que la tercera onda es la superficial. Es decir, las que finalmente notamos cuando se nos mueve el piso. Así entonces, la dinámica de la alerta funciona de la siguiente forma:

Wikimedia | BBCL

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Con estos antecedentes, en BioBioChile nos preguntamos qué tan posible es contar con un sistema similar en nuestro país y si las autoridades tienen planes de implementarlo. Para ello y tras algunas consultas, encontramos la respuesta oficial en el Centro Sismológico Nacional (CSN).

El director de la entidad y sismólogo, Sergio Barrientos, confirmó que efectivamente se encuentran en conocimiento de los ejemplos citados, sin embargo, son observados aún desde lejos ya que hay diferencias entre uno y otro.

Para el caso de México, Barrientos indicó que la efectividad que se nota en los terremotos que afectan a la capital de ese país, está en su distancia con los epicentros. Esto ya que generalmente son frente a la costa de Guerrero, estado al suroeste.

Esa situación geográfica permite que la alarma se emita con mayor antelación, puesto que la onda superficial se encuentra aún viajando desde la superficie marina, hasta llegar al centro de México.

Ciudad de México tiene condiciones especiales, se encuentran al interior del continente, por lo que las ondas sísmicas demoran en llegar. Sirve mucho claramente puesto que en ese terreno las ondas se amplifican”, explicó el encargado del CSN a BioBioChile.

En Japón, sin embargo, la dinámica cambia, ya que registran sismos con epicentros más cercanos a las grandes ciudades, muy parecido a nuestro país, que posee zonas pobladas frente a las zonas de ruptura.

Lo anterior permite prever que la aplicación de un EWW en Chile, tenga un efecto positivo, aunque siempre con la necesidad de un reforzamiento de la red actual, según indica el académico del Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile.

“Japón inicia la detección de un temblor con la estación que está más cercana a la zona de ruptura y luego avisa a las zonas que están más lejanas, mediante las ondas electromagnéticas y no las ondas sísmicas. Entonces ese es el sistema que uno debe utilizar en Chile”, declaró el experto.

Barrientos hizo hincapié en que la nación asiática cuenta con un enorme sistema de “4 mil estaciones, para aproximadamente un tercio del área de Chile. Nosotros tenemos del orden de 100 estaciones y vamos a implementar más y llegar a 120 a fines de años, entonces necesitamos un mayor número de equipos para poder establecer algún tipo de alerta temprana”.

“El sistema de alerta temprana en Chile no sólo necesita de estaciones en el continente, sino que estaciones bajo el mar. Sistemas cableados para poder registrar los terremotos, lo antes posible y para eso se debe instalar lo más cercano posible de donde se producirían los futuros terremotos. Eso ocurre ocurre en general muy bajo la costa y muy bajo la costa afuera”, detalló.

El jefe del Centro Sismológico ejemplificó con los últimos terremotos de Iquique, los que ocurrieron costa afuera, lo que obliga a contar con detectores bajo el mar, como lo tiene Japón.

Estamos conversando sobre necesidades y no me cabe duda que en el futuro tendremos que caminar en esa dirección. Ahora, siempre estamos con la idea de reforzar la red sismológica de Chile, aumentar el número de estaciones, eso siempre lo conversamos con la Oficina Nacional de Emergencias (Onemi), de un plan que a alargo plazo tiene que ser realizado, pues esos sistemas pueden ayudar mucho“, concluyó.

Acciones a realizar durante una alerta sísmica: cortar luz y gas, reunirse en familia y salir a zona de seguridad. En caso de edificio, alejarse de ventanas, quedarse agachado y a un costado de un mueble (tipo mesa). En todo momento intentar mantener la calma.