Pienso que es uno de los personajillos más siniestros que caminan por el mundo occidental. Por doquier va pregonando, sobre todo en América Latina (Chile, por supuesto), un oprobioso catecismo social y político. Es una cantinela envuelta en todas las falaces excelencias que anidan en el seno de la ultra y peligrosa derecha conservadora europea. Por cierto, para desarrollar la faena, el fulano recibe halagos y recursos económicos a manos llenas. Cae el billete y tintinea desde la generosidad interesada del poder empresarial de alto copete. Un poder que, sin tregua, aletea a diestra y siniestra, con o sin crisis, ganando dividendos por todo el planeta.

Un periódico de acento social demócrata entrevistó al hombrecillo. Ese texto revela los turbios entresijos mentales del fulano de marras. Se llama José María Aznar. Ojo con él.

Hace diez años dejó su puesto como Jefe de Estado. Sin embargo, con pasión de un poseso y mancornado con sus incondicionales, creó una organización a la cual llamaron “laboratorio de ideas”: es la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, FAES a secas. Un organismo estrechamente ligado al PP, Partido Popular español, obra de Aznar.

Un partido que, lejos de ser popular, es una de las agrupaciones más retrógrados y sectarias en uso. El PP, bien se sabe, con el actual gobierno de Mariano Rajoy, es el timonel del mayor descalabro económico y de la más feroz corrupción habida en ese país. Lo dicen las encuestas. Lo avalan los hechos. Lo canta el descontento de la calle, los cesantes, los hambrientos, los mancillados.

Volvamos con Aznar. Cuando fue mandatario (1996-2004) una de sus peores hazañas fue el haber abierto la caja de los truenos: la invasión de Irak en el año 2003. Lo hizo junto con George Bush (uno de los peores presidentes que ha pisado en la Casa Blanca) y a Tony Blair, hoy controvertido y millonario ex primer ministro de Inglaterra. Los tres, en las Azores, en 2003 y bajo la rastrera complacencia del portugués Durao Barroso (actual y agónico timonel de la Unión Europea, en Bruselas) impulsaron una guerra que ha sido el comienzo aterrador del actual desajuste bélico mundial.

Nuestro no deseable Aznar es, entre otras gracias, amigo y confidente de un encantado Vargas Llosa y de un sonriente Piñera. Pequeño, ramplón y adusto Aznar, va a su aire. Es bien recibido y ovacionado entre los más ultras de Israel, Polonia, Méjico o Washington. Se mece entre los dólares del ala más furibunda de los republicanos de USA. Se abraza como obediente asalariado al tenebroso magnate Rupert Murdoch. En medio de tanto trajín y por 200.000 euros anuales, también asesora a empresas multinacionales, las más voraces (minería, electricidad, comunicaciones) o cobra 40 mil euros por una monótona charla de hora y media. Su mejor chiste: “me cuesta mucho ganarme honradamente la vida”.

Allí en esa FAES, financiada por el Estado español y por empresas privadas, se organizan seminarios y foros, se recluta a jóvenes ansiosos de triunfar a cualquier precio, se lanzan lujosas publicaciones y se ahonda en una ideología oscura y elitista, neo liberal o neo pinochetista. Los tiros apuntan principalmente a Latinoamérica, no sea cosa que la gente vaya por otra parte, que la clase media se rebele, que los muchachos protesten por el lucro en la educación o que el pobrerío se alce pidiendo democracia de verdad y justicia para todos.

Farfullando un inglés deficiente, empaquetado como figurín en ropa elegante de marca, ungido incluso de profesor universitario, pensando como salvar al mundo de tanto demonio progresista, ahí va José. Su fortuna, con varios ceros a la derecha, crece alegremente. Un político culto y sagaz, compatriota suyo, Alfonso Guerra, dijo de él: “solo me asombra su mediocridad”.

Cuando en Santiago el nuevo Gobierno va a trancas y a barrancas iniciando su gestión y cuando “Tatán” Sebastián también encabeza una “oficina alternativa” a la gestión oficial de la Bachelet, es inevitable no pensar en la tal FAES y en las idas y vueltas de Joselillo, el contumaz.

Oscar “El Monstruo” Vega
Periodista, escritor, corresponsal, reportero, editor, director e incluso repartidor de periódicos. Se inició en El Sur y La Discusión, para continuar en La Nación, Fortin Mapocho, La Época, Ercilla y Cauce. Actualmente reside en Portugal.