El incendio en Valparaíso permitió que muchos chilenos conocieran la trastienda de ese puerto. Lo que está tras la escenografía pintoresca para los turistas. Detrás de eso está la pobreza, la segregación y la marginación en los patios traseros de todas nuestras ciudades.

El problema es que hay algo previo. Es la existencia de mucha gente que no tiene adónde vivir, con un Estado que no puede o quiere proveerles viviendas dignas, y a los que no les queda más remedio que irse arranchando en los extramuros de nuestras ciudades. Hay, en el fondo, una renuncia del Estado, una aceptación por parte de la autoridad de esos submundos y, de paso, de la segregación.

Ahora, en Valparaíso, que el Estado organice, planifique e integre. Pero que lo haga sin hacerse parte del negociado inmobiliario. Recordemos que parte de la gran corrupción del Partido Socialista Español, con Felipe González a la cabeza, se hizo en el negocio inmobiliario. Allí es fácil meter las manos desde el Estado.